Una junta de vecinos celebrada en Bargas en el mes de julio de 2013 ha finalizado en la Audiencia Provincial. La reclamación de una pareja de la devolución de una fianza originó la denuncia de la abogada de la empresa administradora de la finca por un puñetazo atribuido a María, quien negó haber agredido a la mujer. No obstante, la Fiscalía mantiene la petición de un año de prisión por las lesiones en la nariz y añadió ayer una pena accesoria de alejamiento sobre la supuesta víctima durante tres años.
La acusación particular, que representa a la trabajadora, eleva la petición a cinco años de prisión y uno más por amenazas. Más 14.000 euros de indemnización. Por su parte, la defensa reclama la absolución.
La otorrinolaringóloga que atendió en primera instancia a la trabajadora indicó que apreció una contusión sin fractura ni desviación del tabique. Un golpe compatible con un puñetazo. Sin embargo, la fiscal, basada en más informes médicos y forenses, defiende que las heridas precisaron de una intervención quirúrgica y dejaron secuelas.
«No ha existido una agresión por parte de María», apuntó el abogado defensor, quien concedió que en el caso de que el juez de la sección primera considerara que sí, sería una falta de lesiones. Pero la causa ha llegado a la Audiencia Provincial, 11 años después de la junta de vecinos, porque la acusación particular pide una pena de seis años de cárcel.
La denunciante explicó que convocó una reunión informativa con los inquilinos, a la que concurrieron la acusada y su expareja pese a que habían dejado por entonces la vivienda. La mujer detalló que el hombre llegó profiriendo insultos contra ella y apreció en ambos un rictus de odio. «No estoy acostumbrada a esta agresividad y violencia», indicó tras esa supuesta agresión que desencadenó insomnio, estrés y ansiedad. Además, relató que la denunciada la amenazó de muerte.
La defensa aportó testimonios de vecinas que afirmaron no haber visto la supuesta agresión. Pero la fiscal consideró la declaración del compañero de trabajo de la denunciante, presente también aquella tarde porque relevaba a la abogada como representante de la empresa en la gestión de las fincas, como el más imparcial. «Ve el puñetazo. El clima de agresividad es evidente», concluyó al respecto.
El compañero de trabajo apuntó que hubo vecinos que jalearon la situación; la denunciante y él tardaron en abandonar las fincas porque los vecinos impedían la salida.
Así dibujó una junta de vecinos en Bargas que ha acabado en la Audiencia Provincial. Sólo falta la sentencia condenatoria o absolutoria de la sección primera.