Ignoro todo de Demna Gvasalia salvo que es el "alma" de Balenciaga. Bueno, algunas cosas sé. Por ejemplo, que muchos de sus diseños, además de una oda al mal gusto, son una auténtica burla. Carísima burla pero burla al fin y al cabo.
Imagino que Demna Gvasalia se debe reír a carcajadas cuando hace una de las suyas y consigue, no solo salir en todas las revistas de moda del mundo, sino que algunas mujeres se hagan con sus diseños. Hace no tanto "diseñó" una pulsera que costaba tres mil euros y que su única "gracia" es que era un calco de las cintas adhesivas, también ha logrado vender faldas a setecientos euros con forma de toalla de ducha, y bolsas del mercado, de las que llevan tantas y tantas amas de casa, pero las suyas hechas de piel de becerro a ocho mil euros cada una. O sus zapatillas rotas a mil euros el par. Pero su última hazaña ha consistido en lanzar lo que denomina bolso-chips, que no es otra cosa que una imitación perfecta de una bolsa de patatas primorosamente confeccionada en piel de becerro que cuesta mil quinientos cincuenta euros. Unos precios para echarse a temblar, pero que algunas mujeres pagan encantadas, convencidas de que están a la última con esos diseños que no son más que una tomadura de pelo.
¿Qué pretende el diseñador con este juego? Amén de llamar la atención ignoro el mensaje de fondo cuando este cuesta 1.150 euros.
Al señor Gvasalia le supongo sumido en ataques de risa continuos cada vez que alguna clienta paga una de esas cantidades por llevar una toalla enrollada, unas zapatillas rotas, o una cinta de adhesiva en el brazo. Eso sí, repito, todo esto hecho en pieles finísimas que imitan a la perfección los objetos mencionados.
Así que el reproche, o al menos la mayor carga del reproche, no va dirigida solo a Demna Gvasalia, sino a quienes haciendo gala de una frivolidad sin límites participan de la burla comprando cualquiera de esos diseños. ¿Por qué lo hacen? ¿Creen que es de lo más chic llevar como bolso una imitación de una bolsa de patatas? ¿O una imitación de una bolsa de ir a la compra? ¿O unas zapatillas rotas?
Las mujeres que se pueden gastar 1.000 euros en unas zapatillas rotas o 8.000 en un bolso que parece una bolsa vulgar para ir al mercado, se están riendo de quienes llevan las zapatillas rotas porque no tienen para pagarse unas nuevas y, dudo mucho, que alguna vez hayan ido al mercado si no es alguna tienda gourmet. Es una burla insoportable. Porque ese y no otro es el mensaje de esos objetos hechos con materiales de lujo. Lo que no sé es como no se le cae la cara de vergüenza al diseñador y a quienes la secundan.