Para esta ocasión la cita contó con el galardonado organista francés Baptiste-Florian Marle-Ouvrard; Rui Soares, organista y clavecinista de origen portugués; Marc Pinardel, organista y docente en la Universidad de la Sorbona y el organista Juan José Montero, profesor del conservatorio «Jacinto Guerrero», del que ha sido director y cuya labor de mantenimiento del patrimonio organístico de la catedral de Toledo resulta tan indispensable.
La trompetería anuncia el inicio del concierto, con el tiento de batalla «Punt Baix», del valenciano J.B. Cabanilles. Esta forma musical, de origen español y similar al ricercare italiano nos sitúa en la escena donde los benimerines habían recuperado el control de Algeciras y Gibraltar, suponiendo este un duro golpe para los castellanos.
A continuación, unas escalas moriscas serpentean en el bando benimerín, que, aliado con el Reino de Granada, se dirigieron a Tarifa para situarla. El timbre de los registros evoca instrumentos árabes como el mijwiz o el tulum. La armonía cambia y reconocemos la melodía renacentista de «L'homme armé». Alfonso XI también marchó junto a sus tropas desde Sevilla, con la ayuda del rey portugués Alfonso IV.
Silba el siroco en los Órganos catedralicios - Foto: (c) IkoLa batalla del 5º tono del portugués Diogo da Conceição, interpretada con energía por Rui Soares, transmite confianza en la victoria. La anécdota de la noche fue que uno de los tubos del Órgano del Emperador decidió rebelarse, emitiendo un quejido intermitente, como si de un soldado que deserta se tratara.
Pinardel y Marie-Ouvrard improvisan en los Órganos de Berdalonga y Echevarría, presentando a los reyes castellanos. Da paso el Concierto op. 4 nº 6 de G.F. Haendel. En la eósfora del día de Santa Cecilia se escucha uno de los tres conciertos que forman parte de la obra coral «Alexander's Feast», cuyo libreto está basado en la oda de John Dryen que conmemora el día de la patrona de la música. El sonido de los realejos hace flotar e imaginar unos querubines que dialogan, visualizando la escena de batalla en las alturas.
Tras este bálsamo espiritual, vuelven a la carga armonías que retratan al bando musulmán provocando pavor. La batalla del 6º tono. P. de Araujo suscita un estado meditativo previo a la batalla, hasta que el Órgano del Emperador nos despierta con sus clamores, recordando la necesidad de actuar.
Silba el siroco en los Órganos catedralicios - Foto: (c) Iko«Santa María, Estrella del día, muéstranos la vía para Dios y guíanos (…)». Un haz de luz ilumina el Órgano del Sagrario y Juan José Montero acomete con delicadeza una improvisación sobre esta conocida cantiga de Alfonso X «el Sabio». Al alba del 30 de octubre de 1340 los ejércitos se dirigieron a orillas del río Salado. De gran calidad camerística resultó el concierto para dos claves BWV 1062 de J.S. Bach que escuchamos, a continuación, en versión de 3 órganos realejos y clave.
Comienza la batalla. Sorprende el sonido del clave, que insinúa una emboscada. Aparecen motivos organísticos que se mezclan en un contrapunto alambicado, aglomerándose en la bóveda. Se hace el silencio y el canto del Órgano del Sagrario nos anuncia la victoria. Su melodía transmite paz. Resuenan, entonces, himnos triunfantes que marcan la celebración de esta batalla, desapareciendo en un cromatismo descendente.
Los intérpretes regalan la «Batalla Imperial» atribuida a J.B. Cabanilles, dejando una sensación de optimismo y regreso a casa. El público, que abarrota el transepto de la catedral, se levanta en estruendosos aplausos, dando cuenta con su afluencia de la importancia que tiene este tipo de eventos para el devenir cultural de la ciudad imperial. Esta noche, todos los asistentes a esta batalla de gigantes salieron enriquecidos, recordando que la puesta en valor del patrimonio puede lograrse creando vínculos con otros países y culturas y que esto, además, lo engrandece.