Da que pensar la insistencia de los sanchistas en que la posible investidura de Salvador Illa como presidente de la Generalitat no afectaría a la continuidad del gobierno Sánchez, aunque es el cargo al que aspira Puigdemont. Da que pensar que nieguen de forma tajante que Sánchez dependa de los votos de ERC y Junts, cuando es evidente que sin esos 14 votos-escaños sería difícil que sacara adelante las leyes que necesitan mayoría cualificada. Habrá que ver cómo transcurre estas semanas de campaña electoral europea, para saber si afectará al futuro de Sánchez el hecho de que la Generalitat la presidan Illa o Puigdemont.
Entre las voces defensoras del presidente del gobierno, y en los medios de comunicación más próximos, se comenta ya que un Sánchez eufórico por el resultado catalán se plantea convocar elecciones después del verano aprovechando la debilidad independentista. Que el gobierno puede "vender" presentándola como la consecuencia de su inteligente política respecto al llamado procés.
Así y todo, en cuanto se rasca mínimamente en el ánimo de quienes hoy se muestran eufóricos, se adivina que no las tienen todas consigo. No se fían de Puigdemont, confiesan, es inteligente y va a por todas. Y añaden que bajo ningún concepto Sánchez va a consentir ofrecerle en bandeja la presidencia de la Generalitat. Es curioso, repiten que Illa es quien ha ganado las elecciones y será él quien negocie lo que haya que negociar, y lo hará con el interlocutor que el considere que debe hacerlo. Pero señalan a Sánchez como la persona que bloqueará cualquier veleidad presidencial de Carles Puigdemont.
En la euforia, que es comprensible por el magnífico resultado, se les escapa que Sánchez podría convocar elecciones en otoño, aprovechando la buena resaca del resultado catalán, que esperan repetir en las europeas del 9 de junio. Cree que podrían ganar claramente unas nuevas elecciones generales.
Solo Sánchez conoce sus intenciones, pero por si acaso, Feijóo tendría que estar al loro, para tener al PP preparado. Eso significa sobre todo cuidar las relaciones con Vox, electoralmente el punto flaco del PP: mientras Vox exista, el Psoe lo utilizará para atacar al PP por tierra, mar y aire, aunque no haya base para las acusaciones de compadreo. Pero cualquier reunión, charla o coincidencia en un mismo espacio, será utilizado contra el PP, con toda la artillería bien engrasada.
De hecho, los sanchistas y sus medios siguen muy de cerca lo que ocurre en Sevilla, donde el Psoe denuncia negociaciones para un pacto de gobernanza entre el PP y Vox. El alcalde, José Luis Sanz, es al mismo tiempo secretario general del PP andaluz, así que verde y con asas: ya tiene percha el Psoe para denunciar que el PP busca atajos para un gran acuerdo nacional con Vox. Percha que Sánchez utilizará en la campaña europea.
Eso sí, que nadie cuestione los acuerdos que Sánchez con Bildu y con dos partidos que busquen escindirse de España. De hacerlo, el presidente enseña uñas y dientes al "facherío".