Un puente que arrastra siglos de desafíos

Lola Morán Fdez.
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El derrumbe de parte del Puente Viejo de Talavera el pasado 23 de marzo se suma a una cadena de incidencias en esta estructura desde sus orígenes por las crecidas del Tajo

Foto del Puente Viejo de Clifford en 1868. - Foto: Colección Miguel Méndez Cabeza

Talavera de la Reina tuvo un puente en época romana pero no el conocido actualmente como Puente Viejo. Así lo cree el historiador y arqueólogo César Pacheco, quien explica a La Tribuna que, Talavera debe su fundación a que se ubicó en ella un puente en época romana, aunque «no tengamos ahora restos de ese puente». Para el arqueólogo, en realidad, sí los hay pero estas piezas están «embutidas en la propia muralla. Por lógica, añade, «tuvo que haber un puente más o menos consolidado y con cierta solidez para poder pasar, porque Talavera, como ciudad romana dependía de ese territorio, no solo la margen norte, sino también la sur».

Pacheco, junto al también arqueólogo Alberto Moraleda, se encargó de elaborar un estudio entre los años 1990-1991 de los restos del puente que se consideraban que podían ser romanos por corresponderse con un puente «anterior». Lo que les quedó claro es que esos restos «posiblemente no sean de una época romana imperial» sino que correspondan a un puente construido «en época posterior». En todo caso, añade, sería «el que iba recto, no el que hace el quiebro», trazado actual del Puente Viejo, que el pasado 23 de marzo sufrió el derribo de dos tramos.

Lo que asegura es que en el siglo XIII ya se habla de «dinero para destinarlo a la construcción del puente de Talavera». Para Pacheco, la parte más próxima a la orilla sur, hacia el barrio San Antonio, es «la más antigua del puente, posiblemente del siglo XIII-XIV», por sus características y diseño.

A mediados del siglo XV es cuando se realiza «una obra importante de construcción», porque «posiblemente se construyó en bastante tiempo, cuando había dinero y posibilidades». De hecho, está documentado que a mediados, por un acuerdo entre el Ayuntamiento y el Concejo de la Mesta, se lleva a cabo la construcción del puente, en concreto «la parte más pegada a Talavera, el tramo más recto que se conserva, curiosamente porque está encima de los restos del antiguo puente».

Como explica, bajo el agua están «los cimientos del anterior puente» y esto lleva a pensar que entre 1450 y las primeras décadas del siglo XVI, «se termina lo que sería el puente». Sin embargo, en la primera mitad del siglo XVI, «el Tajo ya se empieza a llevar ojos del puente», por lo que este problema es «una cosa recurrente». De hecho, desde entonces, en los libros de acuerdos del Ayuntamiento, «raro es que cada tres o cuatro años no se hable del problema que se ha roto un ojo, de que hay que dedicar maravedíes para reparar el puente».

Entre los siglos XVI y los siglos XIX y XX «se están reparando continuamente arcos y ojos del puente», con lo que se trata de un puente «diacrónico, que se está elaborando durante muchísimo tiempo» y que, por tanto, se puede llamar «tanto puente medieval como puente moderno como contemporáneo porque tiene de todo».

En esta misma línea se pronuncia el escritor y divulgador Miguel Méndez-Cabeza, quien recalca que este puente, a lo largo de los siglos, «ha sufrido mil y un avatares y se ha reconstruido buenamente como se ha podido».

Vía de comunicación. Como indica Pacheco, entre los siglos XIII y XVI-XVII, el Puente Viejo era «uno de los pocos pasos que había en el Tajo medio» y, de hecho, en el siglo XIIIhubo un litigio entre el Concejo de Talavera y las monjas de San Clemente de Toledo por la construcción de uno nuevo en la zona de Azután, porque «era una fuente de ingresos». Hasta que se construyó el puente del Arzobispo a finales del siglo XIV, eran «los dos únicos puentes que había» para acceder a esta zona, sobre todo para comunicar la zona norte con la comarca de La Jara y los caminos de Andalucía y Guadalupe.

Esta misma condición la destaca el escritor y divulgador del patrimonio talaverano Miguel Méndez-Cabeza, quien apunta que Talavera «es el vado más fácil del Tajo al sur del puerto El Pico» por ser el lado «más vadeable del río» en el centro peninsular. Además, recuerda que era el paso del ganado hacia el mercado, hasta que, a principios del siglo XX, se construye el Puente de Hierro.

Eso fue ya en 1908, pero, antes de esa fecha, hubo «años enteros incluso en los que el Puente Viejo estaba inservible y tenían que utilizar barcas» para poder cruzar el río «porque no había dinero para repararlo convenientemente o las reparaciones que se hacían, venía otra vez el agua y se las llevaba».

En los años 50 y 60 estuvieron cortados varios tramos, que se acondicionaron en los 60 con tablones y hormigón, que se fue deteriorando durante la década de los 70 y, a principios de los 80, quedaban ya solo las vigas y se procedió a su cierre. No se reabrió hasta que se llevó a cabo el Plan de Ordenación de las Riberas del Tajo entre Bolarque y Talavera, que culminó en 2022.

Han sido también muchas las inundaciones que se han vivido en Talavera de la mano del río Tajo que cruza este Puente Viejo. A ellas se han sumado otras del arroyo de La Portiña, para conformar un tándem que ha llevado a situaciones de alerta y a tener que rescatar con barcas a la población de las zonas afectadas.

Una de ellas era la zona próxima al actual Hospital, donde se situaba la empresa CIMASA, y en alguna ocasión, en los años 40, en pleno casco urbano, el agua llegó hasta la calle Carnicerías, cerca ya de la plaza del Reloj.

Méndez-Cabeza destaca la importancia del Puente Viejo de Talavera, protagonista de numerosas fotografías y pinturas, entre ellas la conocida vista de Talavera desde la otra orilla en el siglo XVI de Van der Wingaerde, dos pinturas de Brueghel el Viejo que representan el río y el Puente Viejo en 1610 y la realizada en 1868 por Clifford.

En el entorno de este Puente Viejo, Méndez recuerda cómo los talaveranos disfrutaron en la presilla, donde había un quiosco, y también en el actual Kiosco Puente Romano, que aún se conserva y que supone un «recuerdo de lo que fue el río y su utilización para recreo».

Recuerdos de baños bajo el puente, la pesca en el Tajo desde esta estructura son vivencias no tan lejanas de la ciudad, a los que se suman otros como ahogamientos de bañistas, entre ellos la marquesa de Aravaca. Tanto Méndez como Monterrubio recuerdan este pasaje de la historia, que culminó con la creación del convento de las Bernardas con la dote que habría sido para la noble fallecida.

Históricamente, como incide Monterrubio, ha sido «el sitio de baños» de Talavera - los arenales ya fue posterior- y separaba una zona reservada para hombres y otra para mujeres, en el entorno del Puente Viejo. 

Monterrubio añade otra curiosidad, como el cartel de hierro que  había en el acceso al puente que indicaba las prohibiciones para cruzarlo, como a los vehículos la detención, marcha a gran velocidad o dar vueltas, dentro del puente , y a las tropas, agrupaciones o multitudes marchar en formación por el mismo.

En este puente, recuerda Monterrubio, desembocaba también una de las grandes puertas de Talavera, la 'Puerta del Río', que era uno de los accesos a la ciudad y donde había que pagar el pontazgo para poder hacer uso del mismo.

También recuerda el refrán 'Si el Tajo y el Alberche se amistan, a Talavera dios le asista', que da cuenta de esas avenidas que desde hace siglos vienen registrándose en este río, la última este 2025.