Javier López

NUEVO SURCO

Javier López


Metidos en una botella (Cinco años después)

19/03/2025

Uno de los momentos más gratificantes para mí en el marco de la pesadilla pandémica que vivimos hace cinco años era cuando me ponía ante el ordenador a escribir mi columna semanal para La Tribuna. No había duda de cual debía ser el tema. La actualidad era tan abrumadoramente unidireccional que pretender escribir de otra cosa no hubiera tenido ningún valor esta vez. Aquella situación de encierro total, inédita, acongojante y, sin embargo, llena de matices asombrosos, lo llenaba absolutamente todo. La primera semana de confinamiento se me ocurrió un título: "Metidos en una botella", y ese fue el primero de un serial bajo el mismo epígrafe que creo que fueron finalmente siete u ocho artículos en lo más duro del Covid. En cada una de aquellas columnas iba contando mis impresiones y reflexiones en torno a la extraña situación que viví junto con mi familia confinando en mi casa de La Torre de Esteban Hambrán. Fueron cerca de tres meses increíbles. A medida que pasa el tiempo se me aparecen como en una especie de nebulosa que tiñe de duda lo que realmente sucedió, como si nos preguntáramos ahora: "pero, ¿eso realmente lo vivimos o fue un sueño?"

Realmente lo vivimos aunque a veces parezca que han pasado ya no cinco sino cincuenta años. Realmente lo vivimos y no hemos salido más fuertes, como quisieron decirnos en una suerte de eslogan autocomplaciente. Ni hemos salido más fuertes, ni nuestra Sanidad ha mejorada sustancialmente, ni la mayoría de nuestros políticos se han centrado en lo prioritario, ni los ciudadanos son más conscientes a la hora de valorar lo que tiene un peso importante en la vida y lo que es quincalla de segunda clase por más que nos lleve el ochenta por ciento de nuestra energía. Ni siquiera hemos aprendido que el uso de la mascarilla es un buen remedio para evitar ir contagiando resfriados además de un gesto de respeto hacia los demás cuando nos pasamos el día estornudando. Es increíble lo duros que somos de mollera. No hay animal más torpe que nosotros, y eso presumimos de ser racionales e inteligentes.

En aquellos días confinados, metidos en nuestra particular botella, nos dimos cuenta los periodistas de nuestra decadencia sin remedio, me refiero al periodismo entendido como oficio y vocación de quien encuentra algún tipo de aliciente en contar lo que ocurre y ponerlo en contexto. Vimos como en nuestras casas entraban, a través de la pantalla del móvil, un ejercito numero de relatores, más o menos apocalípticos, sobre lo que sucedía y su posible evolución. Casi ninguno era periodista. Hicieron también su agosto psicólogos, médicos, sacerdotes, aficionados todos, más o menos primerizos, a dejarse ver por la ventanita de las redes. Los hubo que hicieron sus primeros pinitos en aquella situación. Y los que no tenían mucho que contar, te contaban cualquier cosa, lo que fuera, de lo que pasaba en el interior de su madriguera. Algunas casas se convirtieron en auténticos escaparates gracias a la facilidad con la que ahora grabamos y emitimos todo. Por eso nuestros hogares, nuestros puntos de confinamiento, se convirtieron en botellas transparentes. En botellas que eran lanzadas al mar de la incertidumbre en busca de alguna respuesta o simplemente de pasar un rato en las largas horas confinadas.

Lo vivimos realmente aunque ahora nos parezca mentira. Es posible que necesitemos más tiempo para recordarlo con más claridad. Es posible que necesitemos de momento correr un tupido velo como el que ha vivido una guerra. Pero como nuestros abuelos, los que vivieron la contienda civil, en nuestra vida habrá un antes y un después de la pandemia como en la suya hubo hasta el final de sus días un antes y un después de la guerra. Salvando todas las distancias, será así. Y ya lo es. Esos días confinados son como un muro de los que parten en dos toda una vida, la vida de una sociedad en este caso, del mismo modo que todos tenemos muros particulares que también estructuran nuestra trayectoria en un antes y un después de los acontecimientos más relevantes de cada biografía. Salimos de nuestra botella cuando lo pudimos ir haciendo. La vacunación masiva fue marcando el orden de salida y cinco años después seguimos viviendo el mundo más o menos igual que antes de 2020, incluso peor. Ni salimos más fuertes ni salimos mejores. ¿O es que aún seguimos metidos en la botella?