En diez días, Kica Echanove ya estará en suelo patagónico para enfrentarse a la novena edición del Reto Pelayo Vida. Serán 70 kilómetros por la tercera extensión helada más grande del mundo que tienen como objetivo sensibilizar sobre la prevención del cáncer de mama. La toledana y sus cuatro compañeras (Anna Blanco, Yolanda Cerezo, Sonia Saiz y Laura Villa) pondrán cara a la dureza y al esfuerzo extremo como ejemplo de superación y de vida.
Lo cierto es que han tenido que someterse a una preparación «durísima», como reconoce Kica. Han sido unos entrenos «espartanos» medidos al milímetro, pues las deportistas han tenido que ir pasando a través de la aplicación Strava todos sus resultados. 28 semanas con seis días de actividad, salvo algunas de entrenamiento base y de transición, necesarias para preparar el cuerpo y la mente para las condiciones extremas que se van a encontrar en la Patagonia.
La toledana reconoce que, sobre todo en verano, los entrenamientos se le hicieron «muy cuesta arriba». La realidad es que irá equipada con una mochila enorme, de 55 litros de capacidad, que inclurá comida liofilizada y dos pares de zapatillas, unas de senderismo y otras para hielo. Además, ha tenido que reducir al mínimo el resto del equipaje, con tres pantalones, dos mallas y un minibotiquín. La organización solo le ha permitido tres mudas de ropa interior para los diez días de la expedición. A ello hay que sumar los bastones y un trineo para cargar equipaje adicional que se deberán ir turnando entre las cinco participantes.
Van a tener que soportar temperaturas de aproximadamente -13 grados centímetros, por lo que contarán con dos días de adaptación una vez que vuelen a Buenos Aires el próximo día 23. La aventura arrancará y concluirá en El Chalten, en la frontera entre Argentina y Chile. «Es verdad que son solo diez kilómetros al día, que puede parecer poco, pero hay que tener en cuenta que son por hielo», explica Echanove. En total, se emplearán entre 9 y 12 horas cada jornada.
Además, recuerda que «hay que hacer toda la marcha con peso», a excepción de la ascensión al Gorra Blanca. Ese día dejarán todo el equipaje en el campo base para subir a la cumbre ayudadas con raquetas y crampones.
La toledana considera que para algo así «ya no te tienes que prepararte solo físicamente, sino también psicológicamente». Prevé baches anímicos por las adversidades, aunque tiene claro que se van a proteger «unas a otras». Para mantener esa piña realizaron varias expediciones en los meses anteriores, con una ruta por el Almanzor o la participación en un medio maratón. «Lo peor que nos puede pasar es que se nos junten malos momentos de varias a la vez, pero tenemos que superarlo», añade Kica, que considera mucho más complicada la desconexión total que van a sufrir durante dos semanas: «No vamos a tener teléfono móvil, así que va a ser una reconexión con la naturaleza y con nosotras mismas».
Por lo demás, está segura de que va a ser «una experiencia inolvidable». Además, la toledana es consciente de lo que supone haber sido elegida entre más de 450 solicitudes: «Es una responsabilidad por lo que representa, poder servir de inspiración y de fuerza a otras mujeres». Hay que recordar que Inmaculada Echanove, Kica para todo el mundo, superó un cáncer en 2022 y decidió apuntarse a este reto sin saber muy bien dónde iba a celebrarse. Sus padres, sus hijos y todos sus amigos no han parado de animarla en todo este camino. Y no van a parar ahora.