Los médicos de Gaza, bajo el control de Hamás, se resisten a abandonar sus puestos de trabajo pese al colapso del sistema sanitario, que ha hecho que los heridos por los bombardeos tengan que ser atendidos en el suelo de unos centros abarrotados.
La unidad de Quemados del Hospital de Al Naser, en Jan Yunis, es la única sección de este tipo que hay en el sur de la Franja y al igual que el resto de unidades está completamente saturada.
«Solo tenemos ocho camas. Si antes de la guerra ya estábamos limitados para una población de unas 800.000 personas, lo que tenemos ahora sobrepasa todo lo imaginable», afirma Rami Abu Aza, enfermero jefe.
Para adaptarse a la nueva situación, han aumentado la capacidad de ocho a 15 camas, lo que supone que los enfermos estén prácticamente hacinados con el consiguiente riesgo de infecciones. «Tenemos pacientes con complicaciones, tienen septicemia, cambios en su sistema cardiovascular, hipertensión, fiebre...», precisa.
El hecho de que haya solo 15 camas no significa que el hospital acoja únicamente a 15 quemados, ya que en realidad hay un centenar desperdigados por distintas partes del centro por la falta de sitio. Abu Aza indica que el 70 por ciento de ellos tienen quemaduras de una cierta consideración, de segundo, tercer y cuarto grado que afectan como mínimo al 30 por ciento de su cuerpo.
Las limitaciones no solo conciernen al espacio, sino también al personal, ya que únicamente cuentan con cinco enfermeros y cuatro médicos que trabajan las 24 horas del día. De hecho, Abu Aza lleva cinco días sin ver a su familia con la preocupación de que les pueda ocurrir algo mientras él trabaja porque «no hay lugar seguro en Gaza».
Pacientes tumbados en los pasillos, operaciones sin anestesia, intervenciones quirúrgicas a la luz de los móviles... es el día a día de los hospitales de la Franja, donde el Ministerio de Sanidad declaró hace tres días el colapso del sistema por los bombardeos y la falta de combustible. Ayer hizo lo propio la ONU.
Estos días de contienda y asedio, Abu Aza se está encontrando con el dilema ético de tratar a pacientes quemados sin calmantes: «Psicológicamente, no es agradable para nosotros tratar las heridas de este tipo de pacientes sin calmantes, sentimos que estamos torturándolos».
Pese a intentar hacer todo lo posible para que sobrevivan, el enfermero augura que es posible que el 20 por ciento fallezca si no reciben un tratamiento en condiciones. «Los pacientes no son números, es gente que tiene familia, tienen entidad como seres humanos», lamenta.
Si la sección de quemados funciona en condiciones precarias, la de Urgencias parece casi un campo de batalla con los enfermos tirados en el suelo por la falta de camillas. Allí trabaja el médico residente Hosam Abu Saqr, para quien la situación actual «es terrible»: «Uno no puede tratar a los pacientes correctamente». «Un día cualquiera tienes que tratar a más de 50 heridos en el espacio de media hora -detalla- y cuando ese tiempo pasa, te llegan otros 50».
Las Urgencias están saturadas, pero tampoco pueden transferir los heridos graves a planta porque en Cirugía se encuentran en unas condiciones similares.
Para Abu Saqr, los próximos días van a ser cruciales porque el combustible alimenta los respiradores, vitales para mantener vivos a los enfermos graves. «No sé qué vamos a hacer con estos pacientes que dependen del oxígeno, si los respiradores no funcionan van a acabar muriendo», reflexiona. Sin embargo, su gran temor es encontrarse un día con un familiar o un amigo en Urgencias, como les ha pasado a otros médicos. «Me aterroriza que ese momento, no sé cómo voy a reaccionar», confiesa.