Reconozco mi estupor. Sí, estupor porque Pedro Sánchez anunciara vía X que tenía que pensarse si le merecía la pena seguir en el poder porque, como está profundamente enamorado de su mujer, no puede soportar que la ataquen acusándola de supuestos casos de tráfico de influencias y corrupción.
Al señor presidente se le olvida que para eso está el Código Penal, y que si alguien es injuriado o calumniado lo que debe de hacer es presentar una querella en los tribunales.
- Estupor por lo que ha tenido de falta de respeto a los ciudadanos que un Presidente deje al país durante cinco días mientras deshojaba la margarita de su continuidad.
- Estupor porque a través de esa carta y esa decisión hemos visto a un político actuando como un adolescente enfadado.
- Estupor por esas manifestaciones organizadas para apoyar al líder. Manifestaciones que recuerdan las que se han producido en el pasado y se siguen produciendo en el presente cuando algún autócrata quiere demostrar que cuenta con el favor del pueblo y que quienes se le oponen es que son enemigos del pueblo.
- Estupor porque los incondicionales del líder no tuvieran un mínimo de pudor y dijeran lindezas como la de Oscar Puente calificando a Pedro Sánchez como "el puto amo". O como Teresa Ribera que, muy ufana, ha dejado dicho que "los socialistas son perros fieles y leales defensores de los derechos de los españoles". ¡Toma ya! Menudo nivel.
- Estupor porque Sánchez se dice conmovido por las "manifestaciones" en las que le pedían que no dimitiera, cuando la concentración en Ferraz solo reunió a 12.500 personas según los datos ofrecidos por la Delegación del Gobierno.
- Estupor porque se permitiera a 5.000 manifestantes acudir hasta las mismas puertas del Congreso a gritar en favor de Pedro Sánchez cuando está prohibido manifestarse ante el Congreso. Pero ya se ve que depende de quiénes sean los manifestantes.
- Estupor porque a Pedro Sánchez no le provoca estupor que tan sólo 17.500 personas le hayan pedido que no dimita. Sin comentarios.
- Estupor por comprobar cómo ha calado el mensaje maligno de que en este país hay dos clases de ciudadanos: los sanchistas que apoyan incondicionalmente con los ojos cerrados a Pedro Sánchez, y el resto de los ciudadanos que si critican al Presidente y a sus políticas es que son fascistas.
- Estupor porque hayan resucitado las dos Españas, esas que enterramos durante la Transición pero que hay quienes quieren resucitarlas.
- Estupor porque el Presidente y los actuales dirigentes del PSOE vengan esquivando su obligación de someterse al control del Parlamento.
- Estupor por los ataques a jueces y periodistas En el capítulo de los jueces produce además de estupor preocupación que muchos de los actuales dirigentes socialistas y de otras formaciones a su izquierdas arremetan contra los jueces olvidando que es a estos les corresponde delimitar cuando un ciudadano, sea político o lo que sea, pudiera estar infringiendo la ley.
- Estupor escuchar y leer que periodistas piden que se recorte la libertad de prensa porque algunos medios cuestionan o critican las actuaciones profesionales de doña Begoña Gómez. Se olvidan que para eso está el código penal, si una información es falsa basta con denunciarla.
- Estupor por escuchar a periodistas señalar a otros periodistas.
- Estupor porque quienes ahora se lamentan de los ataques recibidos por doña Begoña Gómez son los mismos que han mentado a las familias de algunos miembros de la oposición e incluso mentido en sede parlamentaria como cuando hace unos días se acusaba a la esposa del señor Feijoo de trabajar en una empresa que había recibido una subvención de la Junta de Galicia. Lo que se desmintió de inmediato por la propia empresa sin que los socialistas que levantaron ese dedo acusador tuvieran siquiera la decencia de disculparse.
- Estupor porque es numerosa la lista de familiares de miembros de la oposición señalados públicamente por el dedo acusador del Gobierno.
- Estupor por el espectáculo histérico de los que han pretendido convertir al Presidente en "el padrecito Sánchez" que, cual superman, él solo puede frenar a ese fascismo galopante que al parecer nos acecha por todas partes.
- Estupor de ver a ministros llorando como magdalenas al grito de "Pedro no te vayas" (supongo que porque cuesta dejar los cargos públicos y pasar a ser ciudadanos de a pie y tener que ganarse el pan como el resto de los mortales).
Y, sobre todo, estupor por el espectáculo montado por Pedro Sánchez amenazando con irse cuando difícilmente pensaba hacerlo. Su interpretación no ha sido de Oscar precisamente.
Les diré que he ganado todas las apuestas de comidas que durante estos cinco días he cruzado con mis amigos, muchos de ellos compungidos porque creían que se les iba Sánchez y a los que yo consolaba diciéndoles que eso no sucedería.
De manera que lo único que no me ha producido estupor es que Sánchez no haya dimitido. Y si, estoy de acuerdo con lo que ha dicho Pablo Iglesias: "Pedro Sánchez ha hecho el ridículo". Efectivamente ha hecho el ridículo que, como decía Josep Tarradellas, es lo único que no se debe de hacer.