La montaña no parió un ratón, porque no había montaña, aunque muchos dijeron que, durante cinco días, el Everest estaba en dudas, y espantaba lo que iba a salir de sus entrañas. Y lo que salió, no fue ni siquiera un ratón, sino el final de una ópera bufa calculada, en la que no se reparó en medios, desde la soflama de Rodríguez Zapatero hasta el desfile de los monaguillos, con semblante melancólico, porque nunca se sabe, si el órdago iba a ir en serio, y se acababa la nómina y el coche oficial.
Lo que se observa es un cambio de estilo. Hemos pasado de la afirmación enfática y, al cabo de no demasiado tiempo, la acción contraria a lo anteriormente afirmado, a un recurso mucho más cínico, donde se incluyen aspectos personales e íntimos, que ningún dirigente político de las democracias occidentales ha usado nunca como arma política. Por ejemplo, Donald Trump es tan mentiroso como nuestro presidente de Gobierno, pero nadie se lo imagina escribiendo cartas sobre los sufrimientos de su esposa. Una esposa que ha firmado cartas de recomendación, y ha ejercido de catedrática sin serlo, y que ha olvidado que quien presidía el Consejo de Ministros, donde se concedían muchos millones de euros, era su marido.
Despejadas las dudas, y anunciando la regeneración democrática, y respetando la presunción de inocencia, esperemos que el Presidente no admita que se acose a los jueces que cumplen con su deber, a no ser que la regeneración consista en que haya barra libre para iniciar procesos, si los imputados son de derechas, y quede terminantemente prohibido sospechar de un político de izquierdas o alguien de su familia, y que sea imposible ser investigado. El propio presidente, arrogado como regenerador, según sus declaraciones, ha acusado a Isabel Ayuso, a su hermano, a su padre y a su pareja. ¿Dejará de hacerlo?
La vicepresidente primera, María Jesús Montero, pocos días antes de la decisión de investigar a la esposa del presidente, acusó a la esposa del líder de la oposición de haber intrigado para arrancar una subvención de la Xunta de Galicia. Falso. Pero la excelentísima señora doña María Jesús Montero, vicepresidente primera del Gobierno, todavía no ha pedido disculpas. Y, desde luego, si la regeneración consiste en que la Fiscalía del Estado solo investigue a quienes sean de derechas, y los medios de comunicación que no loen, alaben y elogien la supremacía moral de la izquierda, puedan ser perseguidos; entonces, no habrá salido un ratón, sino el tigre que convirtió Venezuela en la dictadura que es hoy.