El mundo ha vivido distintas burbujas económicas a lo largo de su Historia y estas, de una forma u otra, vuelven a repetirse una y otra vez: desde la conocida como la tulipomanía del siglo XVII -considerada el primer boom especulativo masivo- hasta la crisis financiera de 2008 y las hipotecas tóxicas, que dejaron a miles de personas en la calle. Por medio tuvieron lugar otros hundimientos como la burbuja de los Mares del Sur, a comienzos del siglo XVIII en Inglaterra, el crack de Wall Street en 1929 y la caída de las Puntocom, a finales de los años 90.
Ahora, casi 20 después de aquel desplome y desaparición de muchas de las firmas tecnológicas que operaban a finales del siglo XX, vuelve de nuevo, como si de un bumerán se tratase, otro pinchazo de las conocidas como tech.
Amazon, Meta -matriz de Facebook, Instagram, WhatsApp y Messenger-, Twitter, Lyft -firma de alquiler compartido de vehículos con chófer- y Stripe -plataforma de procesamiento de pagos- son algunas de las empresas digitales mundiales que han anunciado despidos masivos. Por eso, la pregunta que se hacen muchos expertos y economistas es si estamos a las puertas de un nuevo desplome, de otra quiebra masiva, en esta ocasión de multinacionales tecnológicas.
Lo cierto es que el reguero de despidos no deja de sucederse, así como el de pérdidas multimillonarias, tanto en ventas como en mercados bursátiles. El último ha sido Amazon, pero previamente las salidas de empleados ya se habían producido en Meta y Twitter, y veremos si el contagio no acaba afectando a otras tech como Google o Apple.
En este contexto de volatilidad y de alta inflación, el gigante de comercio electrónico Amazon, propiedad de Jeff Bezos, planea despedir a 10.000 trabajadores, una cifra que sería la de mayor recorte en la historia de la compañía y que representaría el 3% de los empleados corporativos y menos del 1% de su plantilla global, compuesta por más de 1,5 millones de asalariados.
Lo mismo sucedió con Meta. Mark Zuckerberg anunciaba hace unos días un despido histórico de 11.000 técnicos y empleados, que supone el 13% de la plantilla. El joven empresario quitaba hierro al asunto y afirmaba que se había equivocado en las proyecciones del grupo después de la pandemia. Explicó que con la COVID el comercio electrónico se disparó y la estrategia de la compañía fue pensar que esa sería la tendencia a futuro: «Una aceleración permanente». Situación que no ha sucedido. La consecuencia es que las transacciones online han vuelto a las tendencias anteriores.
El caso más llamativo fue el del hombre más rico del planeta. Elon Musk ha cerrado Twitter varios días y despidió a la mitad del personal de una plantilla de 7.500 personas. Además, muchos más han dejado la empresa después de que les pidiera más horas de trabajo.
Pero no han sido los únicos, Google también mueve ficha y la matriz Alphabet ha tomado cartas en el asunto. Su director ejecutivo, Sundar Pichai, anunció que la compañía debería «pensar en cómo minimizar distracciones y subir el listón tanto en productividad como en excelencia en nuestros productos».
De la actual quema tecnológica no se salva ni Apple, que ya se pertrecha ante un posible parón económico. El fabricante del iPhone ha detenido la contratación, excepto en su departamento de I+D, y prevé también una ralentización de sus nuevos modelos.
Otro gigante histórico de Silicon Valley como Intel ya trabaja en un paquete de miles de ceses con el objetivo de recortar los gastos en 10.000 millones hasta el año 2025.
Un pozo sin fondo
Ante este panorama, los magnates Zuckerberg, Bezos y Musk se enfrentan a pérdidas millonarias. Las grandes fortunas tecnológicas están viviendo una auténtica crisis. Amazon ha caído en Bolsa un 43% este año; Facebook, Instagram y WhatsApp se desploman un 67% y Zuckerberg ha perdido 88.000 millones de euros.
El diagnóstico es el mismo entre los expertos: crecieron mucho durante 2020 y 2021, despegaron y engordaron mucho las plantillas, además de prever una estrategia a futuro en «aceleración permanente», algo que claramente no ha sucedido.