El Real Madrid y el Barcelona encaran el clásico de mañana en dos momentos de forma muy diferentes. Carlo Ancelotti aún busca un dibujo que evite que su equipo se parta y que, de alguna manera, maquille las carencias sin Toni Kroos.Mientras, en el lado contrario, Hansi Flick ha llevado a su máxima potencia la idiosincrasia de un club muy particular, haciendo de factores como la presión tras pérdida una de sus armas más peligrosas y una de las principales diferencias con su rival.
Una de las formas de observar lo trabajado que está un grupo de jugadores es la capacidad que estos tienen para permanecer ordenados sobre el terreno de juego. Mientras que en el cuadro de Chamartín, de momento, son los versos libres arriba los que están manteniendo el pulso con su eterno rival, en la Ciudad Condal se ha instaurado una asombrosa armonía de movimientos, con los futbolistas acompasados como la mejor de las orquestas.
Ancelotti aún no ha encontrado su 'pegamento' esta temporada. Durante muchos años fue Kroos, uno de los mejores a la hora de discernir qué ritmo y qué pase le convenía a su combinado en cada momento del choque. Sin ese elemento clave en el ensamblaje de los 11 jugadores blancos sobre el campo, el Madrid se está mostrando vulnerable.
Al no estar el equipo bien ubicado en el césped, la presión es menos efectiva y, por consiguiente, los oponentes pueden atravesar más fácilmente las líneas enemigas. Lo han demostrado Mallorca, Las Palmas, Real Sociedad, Atlético, Villarreal o Celta en lo que va de campeonato. Solo baleares, canarios y colchoneros les robaron un punto a los merengues, que no perdieron esos enfrentamientos gracias a sus potentes individualidades en las dos áreas.
Mano de entrenador
Más que nunca, el Real Madrid es un martillo pilón. Vinícius y Mbappé deciden ante el portero y Courtois maquilla las carencias de un conjunto mal trabajado hasta la fecha. Una prueba de esto la muestran los pases por acción defensiva (PPDA) que los de Chamartín permiten a su rival, una estadística que mide la calidad de la presión de un equipo contabilizando los pases que logra realizar el contrario antes de que el otro conjunto recupere el balón.
Obviamente, se trata de un guarismo que suelen dominar los clubes más potentes y con mejores plantillas. Una cifra menor da cuenta de una mejor labor a la hora de recuperar la pelota. Pues bien, los hombres de Ancelotti presentan dobles dígitos ante el Mallorca (16,73), Las Palmas (11,75), Real Sociedad (20,62), Atlético (17,25), Villarreal (12,39) y Celta (12,68). Precisamente, los tres duelos que ha empatado, dos que pudo perder perfectamente y otro, ante los 'groguet', que resolvieron gracias a dos disparos lejanos de Vinícius y Mbappé.
El caso del Barcelona es radicalmente opuesto. El ideario de Flick (verticalidad, presión, dominar desde la posesión y defender con la línea muy adelantada) ha echado raíces en la Ciudad Condal de la mejor manera posible: con resultados y con un juego ofensivo.
Además de ser el equipo que más veces deja al oponente en fuera de juego de Europa, a causa de un posicionamiento defensivo casi suicida, con los cuatro zagueros moviéndose como si de una regla recta se tratase, su Barça también ejerce una presión envidiable.
El alemán ha convencido a sus futbolistas, muchos jóvenes y otros estrellas en la etapa final de su carrera, de que un depurado trabajo con balón les garantiza llevar la manija del partido. Todos entendieron el mensaje y funcionan como un perfecto engranaje, manteniendo unas distancias de relación próximas que han fortalecido su presión: solo el Rayo (9,40) y elGirona (9,11) presentaron unos PPDA cercanos a la decena. Y Flick no tiene intención alguna de cambiar su plan en el Bernabéu.