La Cofradía de Penitencia del Santísimo Cristo de la Fe y Nuestra Señora del Rosario, más conocida por el Cristo del Calvario por una de sus tallas, regresó la tarde del Viernes Santo a las calles del Casco, acompañada por la banda de música del Cautivo y la banda joven de la Escula Muncipal de Música Diego Ortiz. Ambas se sumaron a esta procesión para arropar a esta antigua Hermandad que se fundó en 1729, y a la que correspondió inaugurar la procesión del Santo Entierro tras partir de la iglesia del Salvador, que fue una mezquita en tiempos de la presencia musulmana en la ciudad.
Los penitentes, con hábito granate y capuchón morado, capa, cíngulo y guantes blancos y las señoras vestidas con mantilla española, volvieron a arropar tanto al Cristo del Calvario, una talla del siglo XVII, que procesionó con su característico paño de pureza de terciopelo granate bordado en oro y sobre una carroza de madera estofada en oro con esmaltes de la Pasión, iluminada con cuatro faroles toledanos. La imagen del Cristo de la Fe se veneraba en la ermita del Calvario, de ahí su nombre popular, hasta que en la segunda mitad del siglo XIV se trasladó a la iglesia de San Cipriano. Allí permaneció seis siglos, hasta que a mediados del siglo XX se trasladó a su actual sede canónica. Los miembros de la Cofradía también escoltaron a la Virgen del Rosario, otra imagen con solera que data del siglo XVIII. Esta dolorosa lleva un manto de terciopelo granate bordado en oro, así como una corona y un puñal dorado. Además en una de sus manos sostiene la corona de espinas de su Hijo ya muerto en la Cruz. La talla, restaurada en el siglo XX, procesiona en una carroza de madera estofada en plata, adornada con ángeles y querubines.
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A su llegada a la igleia de los Jesuitas Jesuitas, la Hermana Mayor agradeció a los asistentes su presencia para después rezar un avemaría y un padre nuestro.