La Plataforma en Toledo en Defensa del Tajo denuncia que los caudales ecológicos del nuevo Plan de Cuenca del río «son una farsa, que se han convenido con el Levante; no son caudales ecológicos, son caudales políticos, hemos pasado del caudal mínimo legal, al caudal mínimo político, al que han etiquetado con una pegatina de ecológico». En estos momentos, apunta su portavoz, Alejandro Cano, está leyendo «enrevesado» documento, que «han enmarañado para aparentar cumplir con los caudales ecológicos y la sentencia del Tribunal Supremo, pero no lo hace».
De ahí que «esto es una farsa por completo, es un Plan de Cuenca absolutamente fraudulento, una burla, como todos los demás, en el que lo que ha primado es la continuidad, el mantener contento al Levante y tener el trasvase permanentemente abierto». Es, para Cano, «un fraude de ley, porque lo que se está haciendo, en lugar de aplicar la ley, es tergiversarla». En definitiva, el nuevo documento solo busca «manipular y enmarañar, como han hecho siempre en la cuenca del Tajo, pero este Plan enmaraña todo todavía mucho más».
Ni en todas partes y a largo plazo. Ni siquiera es cierto, apunta Cano, se hayan establecido caudales ecológicos en todas las masas de agua. Hay tramos importantes, como el que hay entre Bolarque a Aranjuez, donde no ocurre. Tampoco se tienen en cuenta los tramos en los que el río pasa por la Red Natura 2000, establecida por la Unión Europea, que tienen una consideración especial de consideración y mantenimiento, un plan gestor, que no aparecen.
Son «caudales políticos» se lamenta Cano, lo que aparecen en el borrador, no caudales ecológicos. Porque, recuerda, los primeros caudales ecológicos se establecieron en 2010 en un esquema de temas importantes previo al primer Plan de Cuenca. Pero el esquema no se tuvo en cuenta en absoluto, y no se aplicaron. La sentencia del Tribunal Supremo parte precisamente de esos caudales.
Más allá incluso, los caudales pactados con Levante no es solo que no sean ecológicos, sino que se establecen a largo tiempo, para que se vayan cumpliendo por tramos, y que al final se terminen alcanzando al final del Plan, 2026 o 2035. Todo ello, apunta Cano, es contrario a la sentencia del Tribunal Supremo, que precisamente se refiere a la temporalidad, dice que el caudal ecológico no se tiene que establecer a años, vista, sino que ya tenía que estar establecido desde 2009, y no se puede postergar.
En estos momentos, el Plan de Cuenca solo tiene un borrador en información pública, al que en teoría se podrán presentar alegaciones. «Aunque ya sabemos la historia, nunca, nunca, nos han tenido en cuenta ninguna alegación», se lamenta Cano, «ni en este Plan, ni en el anterior, ni al anterior». Así que la Plataforma hará sus alegaciones, y pasados seis meses, si el Plan no los recoge, como se teme, habrá que ir otra vez a los tribunales. Otra posibilidad que tendrán que ver los técnicos es, en vista del borrador, acudir al Tribunal Supremo, para que obligue al cumplimiento de la sentencia, «porque ahora se puede ejecutar». Pero el ánimo de la Plataforma está en seguir peleando, ya sabía que no acababa nada cuando las cinco sentencias le dieron la razón.