Cuando se disiparon las tinieblas que cubrían el caos primordial y se contemplaron las estrellas y los planetas, un mago de película descubrió un lugar en el que pudieran ocurrir acontecimientos ordinarios y convertirse en extraordinarios. El lugar se situaba en una ciudad pequeña, según un autor latino muy citado, y en lo alto de un cerro de granito, rodeado por un rio que había roto la roca con el tajo de un cuchillo de agua y tiempo. Al lugar, con la tendencia hiperbólica de las pequeñas ciudades, lo denominaron Roca Tarpeya. Traslación de ecos míticos evidentes. Tal vez se deba al falsario Román de la Higuera la presencia abundante de ficciones históricas en la ciudad. En ese lugar se establecería precisamente en los años intermedios del siglo XX un escultor que buscaba, desde un exilio feroz, un sitio mágico para sedimentar su actividad creadora. Sobre la roca encargó construir el taller y la residencia a un arquitecto famoso (Secundino Suazo). La arquitectura debía armonizar con la belleza desmesurada del lugar, labrada durante siglos. Pero, por la condición de la vida de los humanos y la historia de los países, el lugar quedaría olvidado, hasta que un alumno aventajado, llamado Gregorio, de la 'Academia de Patrimonio y Convivencia', rescató el edificio del deterioro. Serviría, entre otros objetivos, para mostrar las esculturas de Vitorio Macho, que así se llamaba el hombre que se estableció en la denominada Roca Tarpeya.
En la ciudad pequeña la vida, la muerte y sus espacios intermedios transcurrían con la normalidad espesa de lo cotidiano, Al inquieto alumno de la Academia y otras gentes, se les ocurrió que aquel lugar sideral podría albergar además una parte de la obra de otro, este real, mago de la abstracción y del color. Se le conoce como Rafael Canogar. Un pintor que ha conseguido con técnica, tenacidad, tesón e imaginación crear una obra artística contemporánea y universal. De manera que el visitante de este espacio mágico, podrá contemplar una naturaleza poderosa, las trazas de un arquitecto reconocido, las obras de un escultor entre la tradición clásica y la contemporaneidad rupturista, más el colorido y la luminosidad de las obras del pintor de origen toledano, Rafael Canogar. Todo en el mismo 'pack'. Una experiencia espectacular en un espacio singular.