Dos historiadores del arte recogen la relación entre el Greco y el cine

J. S.
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Adolfo de Mingo y Palma Martínez-Burgos analizan en un libro la presencia del pintor y de su obra tanto en el cine de ficción como en el documental. La investigación incluye un apartado escrito por el catedrático Nicos Hadjinicolau

Dos historiadores del arte recogen la relación entre el Greco y el cine - Foto: Yolanda Redondo

Los historiadores del arte Adolfo de Mingo Lorente y Palma Martínez-Burgos presentarán el próximo 4 de noviembre, en la Biblioteca de Castilla-La Mancha, el libro El Greco en el cine, publicado por la editorial Celya y patrocinado por la Sociedad de Eventos Culturales El Greco 2014. Se trata de una completa investigación de casi 340 páginas en donde ambos analizan las películas que han recogido la vida del pintor, su entorno en ciudades como Toledo y los modelos que inmortalizó vistos a través de la Gran Pantalla, como el cardenal Niño de Guevara, cuyo retrato se conserva en el Metropolitan Museum de Nueva York.

El libro, cuya portada consiste en una recreación fotográfica de Manuel Outumuro en donde el actor Juan Diego Botto aparece caracterizado como el Caballero de la mano en el pecho, profundiza tanto en los documentales como en las películas de ficción dedicadas al artista. De Mingo y Martínez-Burgos recomponen los rodajes de los principales biopics sobre el Greco, dirigidos por Luciano Salce (1966), Juan Guerrero Zamora (1976) y Yannis Smaragdis (2007), protagonizados respectivamente por Mel Ferrer, José María Rodero y Nick Ashdon. También abordan el análisis de numerosos ejemplos en donde el Greco aparece recogido como personaje secundario, como La Dama del Armiño (Eusebio Fernández Ardavín, 1947) y Las gallinas de Cervantes (Alfredo Castellón, 1987). Asimismo, analizan algunos de los títulos en los que la obra del Greco adquiere una dimensión característica, bien en museos y colecciones, bien víctima de robos como el de Casi un caballero (José María Forqué, 1964), en el que tomaron parte algunos de los mejores actores del cine español del momento.

«En ninguno de estos casos es posible hablar de grandes películas, con mayúsculas. A menudo se trata de interpretaciones muy planas, con guiones poco trabajados y de escasa factura técnica, más interesadas en recrear las relaciones amorosas entre Jerónima de las Cuevas y el pintor que en mostrar sus procesos creativos». No obstante, explica Adolfo de Mingo, las principales películas sobre el Greco son de destacar de una u otra forma. «En la piel del Greco se han metido estrellas internacionales como Mel Ferrer (entonces marido de Audrey Herpburn), y le han dedicado bandas sonoras verdaderas leyendas de la música cinematográfica, como Ennio Morricone y Vangelis».

Por otra parte, algunos de los mejores directores de la historia, como Andrei Tarkovski y Pier Paolo Pasolini, han declarado su admiración por el pintor tanto en sus películas como en su producción escrita. «De hecho, el propio Eisenstein, director de joyas cinematográficas como El Acorazado Potemkin e Iván el Terrible, escribió abundantemente sobre el Greco, demostrando un enorme conocimiento de su obra a través de historiadores del arte centroeuropeos y franceses. Es toda una declaración de intenciones que este cineasta, internacionalmente conocido como ‘padre del montaje’, considerase precisamente al Greco el precursor de esta técnica».

El Greco en el cine, que pronto llegará a las librerías toledanas a través de la editorial Celya (www.editorialcelya.com), ha sido prologado por los profesores Fernando Martínez Gil (Universidad de Castilla-La Mancha) y Gloria Gómez Camarero (Universidad Carlos III). Además, ha contado con la colaboración de uno de los mayores especialistas internacionales en la obra del Greco, el catedrático emérito de la Universidad de Creta Nicos Hadjinicolaou, cuyo opúsculo El Greco en la gran pantalla (publicado en 2008 por la editorial ateniense Agra como reacción a la película sobre el pintor filmada por Yannis Smaragdis) se ofrece aquí por primera vez traducido al castellano.

«El texto de Hadjinicolaou nace con vocación de libelo contra los errores e inexactitudes que la película crea y en los que incurre deliberadamente, a pesar de haber contado con un asesoramiento histórico constante». Según Palma Martínez-Burgos, las tergiversaciones encaminadas a asentar el tópico de España (y Toledo) como patria del oscurantismo y de la cerrazón religiosa frente al héroe solitario que lucha por la luz y la verdad -vía que abrió el escritor alemán Stefan Andres con su novela El Greco pinta al gran inquisidor (1936), donde el cardenal Niño de Guevara llega a  interpretarse incluso como símbolo del Tercer Reich- llegan «a hacer del Greco una víctima de la Inquisición, algo que jamás ocurrió». En palabras de Hadjinicolau, continúa la historiadora del arte, en películas como la de Smaragdis «tenemos un happy end, lo que no se corresponde con la realidad, puesto que desde el punto de vista histórico no podemos reconocer ni una sola derrota, ni siquiera parcial, de la Contrarreforma católica».

Con respecto a la selección de películas realizada para el estudio, continúa Martínez-Burgos, «recogen con mayor o menor rigor las distintas interpretaciones del pintor que ha establecido la historiografía del siglo XX». Por ejemplo, en El caballero de la mano en el pecho (Juan Guerrero Zamora, 1976), una singular película para Televisión Española que formó parte de los recordados Estudio 1, «se apuntan cuestiones como el rechazo por parte de Felipe II del San Mauricio y la legión tebana, la supuesta decadencia de Toledo en los inicios del siglo XVII y las sugerentes relaciones del Greco con el arzobispo Carranza, que permanecía preso en los calabozos romanos». Otro de los grandes tópicos sobre el Greco, el astigmatismo, es manejado en los diálogos que con desenfado juvenil mantienen los enamorados protagonistas de El buen amor (Francisco Regueiro, 1963), «mientras que en la más reciente Te doy mis ojos (Icíar Bollaín, 2003) la extravagancia rebelde y mística del pintor es más que una afirmación».  

Otros de los lugares comunes que han sido manejados por los cineastas, a veces con mucho desparpajo, tienen que ver con el universo de versiones con las que el Greco satisfizo una demanda importante gracias al lucrativo taller instalado en suelo castellano. «El coleccionismo como sinónimo del stablishment burgués es recreado en El Marqués de Salamanca (Édgar Neville, 1948), en Spanish affaire (Don Siegel, 1957) o, anecdótica aunque claramente, en la oscarizada The artist (Michel Hazanavicius, 2011)». Una constante es encontrar las obras del Greco como objeto de deseo por parte de los ladrones de arte. En el cine se han recreado robos tan peculiares como el que protagonizó Alberto Closas en Casi un caballero (José María Forqué, 1964) y el que Bryan Goeres pergeñó en un supuesto Museo Nacional del Greco -donde se daban cita pinturas repartidas en realidad por pinacotecas de todo el mundo- situado nada más y nada menos que en Barcelona.

Casi siempre es omnipresente, por otro lado, la tristeza de la ciudad como fiel compañera del pintor y musa de sus creaciones. «Toledo y yo nos hemos mirado frente a frente, como aliados y como enemigos… y así nos seguiremos mirando, para siempre».Con estas palabras concluyó la reflexión de Eduardo McGregor en uno de los episodios de Paisaje con figuras, cuyo guión escribió Antonio Gala.

Doctora en Historia del Arte, Palma Martínez-Burgos es profesora titular de la Facultad de Humanidades de Toledo (Universidad de Castilla-La Mancha). Sus principales líneas de investigación están relacionadas con el arte español de los siglos XVI y XVII. Ha dedicado a Domenikos Theotokopoulos publicaciones como El Greco. Un pintor humanista (Libsa, 2005) y diversos artículos especializados. Adolfo de Mingo Lorente estudió Historia del Arte en la Universidad Complutense y Periodismo en la Universidad Carlos III de Madrid. Durante los últimos quince años ha trabajado como periodista cultural. Como investigador, centra sus esfuerzos en la arquitectura del siglo XVIII.