La editorial Atlantis y la Biblioteca de Castilla-La Mancha presentaron ayer el libro Cuerdo, mundo cuerdo, del escritor toledano Gerardo López Laguna, en la sala de conferencias de la biblioteca regional del Alcázar. La novela es una alegoría de una sociedad ficticia, llamada la época civicosantinaria, en la que las personas que no piensan según los usos sociales son catalogadas de insanas. Estos ‘enfermos’ se trasladan a campos de concentración camuflados bajo el nombre de ‘zonas residenciales terapéuticas’. «Es una metáfora sobre esta sociedad», concreta el autor.

López Laguna es consciente de la dureza de la novela, y explica que su trabajo es una ejemplificación de sus visiones disidentes respecto a este mundo globalizado y consumista. «En el libro se puede ver, perfectamente, reflejado el mundo desarrollado de hoy en día», explica.

En el transcurso de esta novela, es un comité, con normas, el encargado de dictaminar quién se sale de la regla y es insano. «En nuestro mundo no existe un cerebro rector, pero sí una forma de vida en el mundo desarrollado que pauta, el denominado pensamiento único. Cualquiera que se sale de la norma deja desaparecer en la fotografía», asemeja.

El escritor toledano no cree que exista un espacio para los que piensan de una forma diferente a la hora de gestionar las relaciones sociales. Continuando con los símiles, López Laguna se extraña de que Podemos sea considerado ‘rebelde’. «Para mí, es un fenómeno prácticamente conservador, de unos señores socialdemócratas. Aún así, tienen la etiqueta de revolucionarios. Es una cosa que me alarma y me extraña», argumentó el escritor, denunciando que no es posible la aparición de una tendencia de pensamiento medianamente innovadora ahora mismo. Continuando con la política, Cuerdo mundo Cuerdo explica la existencia de una casta de sabios cuyas normas son las válidas. Para López la palabra casta, tan actual debido al discurso del partido de Iglesias, refleja perfectamente el sentimiento global del libro.

«Lo diferente asusta. Alguien que se proponga un cambio en términos básicos, como pueden ser las relaciones laborales o el concepto que conocemos de propiedad, está fuera», concluye.