Alejandro Bermúdez

Con los pies en el suelo

Alejandro Bermúdez


… Y se repuchó en su escaño

29/09/2023

Me duele el título de este artículo. Me hubiera gustado infinitamente más iniciarlo con «el candidato y su principal oponente tocaron el cielo con su dialéctica». Pero, ¿Qué es lo realmente ocurrido? Desgraciadamente lo que expresa el título.
Porque el espectáculo que ha dado Pedro Sánchez, primero repuchado, como digo, en su escaño, como hacen los toros mansos de solemnidad en tablas. Después mandando a suplirlo a un diputado que por sus formas y maneras recuerda más a esos morlacos que se pasan la temporada actuando de sobrero de plaza en plaza, cansados de cornear las paredes de los corrales. Lo peor es que encima a Pedro Sánchez le pareció una genialidad el esperpento ideado. Quizá la única sonrisa que se le vio fue cuando salió el hastialón para dirigirse a la tribuna de oradores. En ese momento debió pensar: «¡toma Feijóo, a ver si te luces con este…!»
Fue un espectáculo para verlo en un teatro de comedias, pero desgraciadamente la representación tuvo lugar en el Congreso de los Diputados, donde supuestamente reside, no la mofa y la vulgaridad, sino la soberanía nacional.   
No es necesario citar expresiones concretas de Pedro Sánchez en las que reprochaba a otros no respetar al Parlamento, pero ya sabemos lo que vale la palabra del personaje. Como es su costumbre, a la primera ocasión que ha tenido se ha ciscado en el Parlamento. En este caso seguramente lo hizo de dos formas diferentes.
Pero, ¿A qué iba a salir a la tribuna de tan alta institución? Desde el punto de vista de la dialéctica ya está escarmentado. El debate preelectoral demostró que la distancia entre Feijóo y él es larga y me imagino que después del repaso recibido no le quedaron ganas de "volver a por otra". Pero, si desde el punto de vista dialéctico la distancia es grande, desde el punto de vista ético y de estadista, es abismal. Feijóo tuvo la inteligencia de poner el foco, nada más comenzar su discurso, en la clave del arco: la amnistía y el referéndum de independencia. Con este enfoque tan claro Pedro Sánchez no podía salir a la tribuna porque ¿cómo iba a admitir que ambas cosas las tiene pactadas ya con un prófugo? O, peor aún para sus espurios intereses, ¿cómo iba a negar en sede parlamentaria y delante de los separatistas el pacto ya confirmado por ellos?
Hace muchos años que no se ha visto una diferencia tal entre dos contrincantes como la que nos han televisado. Porque se da el caso realmente extraordinario, que quién ha escalado a la cima, es el que ha perdido la votación. Pero ello, en lugar de restarle méritos, los acrecienta.
Se necesitaba alguien que, con temple, con fina ironía, sin aspavientos y sin vociferar, dejara sentados conceptos básicos con los que se ha venido jugando, sin que nadie se atreviera a poner orden en ellos. En adelante no va a servir cuando -casi siempre el mismo- haga lo contrario de lo prometido, decir que es un cambio de opinión, cuando su nombre es traición clara, ni llamar demócratas a quienes homenajean a los que tienen las manos manchadas de sangre.
Pedro Sánchez y todos esos a los que tiene atados a su pesebre podrán seguir revolcándose en sus miserias, pero ahora tendrán un espejo delante.