La incertidumbre continúa

Agencias-SPC
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Ucrania comienza el año con el frente estancado por la escasez de munición y a la espera de que llegue más ayuda occidental, mientras Rusia está recuperando la iniciativa y vuelve a llevar la guerra a su terreno

La incertidumbre continúa - Foto: STRINGER

Ucrania ha acabado 2023 opacada por la guerra en Oriente Próximo. Y empieza 2024 igualmente en un segundo plano. Pero la guerra allí continúa, con el frente estancado debido a la escasez de munición y en medio de la incertidumbre sobre la continuidad de la asistencia militar estadounidense. Eso, mientras a Rusia 2023 le ha sido productivo, recuperando la iniciativa en muchos sectores que había perdido.

La falta de resultados en el campo de batalla también ha tenido un coste político en la retaguardia. El jefe de las Fuerzas Armadas ucranianas, Valeri Zaluzhni, admitió en un polémico artículo que la contraofensiva se había atascado, lo que amenazaba con congelar el conflicto y favorecer claramente al Kremlin. Su grito de auxilio no gustó nada al optimista presidente, Volodimir Zelenski, quien le recomendó que no se metiera en política. Pero las críticas al hasta hace poco intocable Zelenski se sumaron el alcalde de Kiev, Vitali Klichkó, y su antiguo asesor, Oleksi Arestóvich.

Después de muchos meses de espera, tanto en Kiev como en Occidente, el Ejército ucraniano lanzó el 4 de junio la esperada contraofensiva en el frente sur con la vista puesta en el mar de Azov. Pero era demasiado tarde, como se demostró después, ya que a las tropas rusas les dio tiempo a preparar una línea de defensa casi impenetrable compuesta por fortificaciones e intransitables campos de minas.

La incertidumbre continúaLa incertidumbre continúa - Foto: GLEB GARANICHLos soldados locales lograron tomar algunas valiosas localidades y unos 500 kilómetros cuadrados de territorio, pero perdieron muchos hombres y equipos occidentales en el camino y nunca tuvieron a tiro de cañón Melitópol, principal bastión enemigo en Zaporiyia.

En las últimas semanas, la prensa de EEUU sacó a la luz las discrepancias entre los generales ucranianos y estadounidenses, tanto en materia de estrategia militar como de cuestiones logísticas.

Para deshacer las tablas, Zaluzhni consideró necesario que los aliados doten al país ocupado de una superioridad tecnológica clara sobre el enemigo, algo que por el momento está lejos de producirse.

Mientras la contraofensiva zozobraba, Kiev sí logró éxitos inesperados en el mar Negro, donde Moscú también cuenta con una clara superioridad naval.

Con incisivas operaciones de sabotaje terrestres, marítimas y aéreas, que golpearon las bases, arsenales y los propios buques de la flota rusa, Ucrania obligó a la Armada rival a trasladar el grueso de sus barcos a la Rusia continental.

Ahora que se acerca el décimo aniversario de la anexión de la península, Kiev también logró su objetivo de convertir Crimea en una región inestable con oleadas de ataques con drones y misiles.

El puente de Kerch, el único eslabón entre el territorio adherido y la Rusia continental, también volvió a tambalearse, aunque resiste por el momento las intentonas de Zelenski de cortar esa estratégica vía de suministro de armamento.

Los ucranianos también lograron, después de innumerables intentos, poner sus botas al sur del río Dniéper, en la región de Jersón, un quebradero de cabeza para Moscú, aunque la cabeza de playa no tiene más que unos pocos kilómetros de ancho.

Una carrera de fondo

En este contexto, Moscú se ha aplicado para retomar la iniciativa en distintos sectores del frente, aunque sin lanzar una ofensiva general, esperando el desgaste de las fuerzas ucranianas y el decaimiento de la asistencia financiera y militar occidental. En los últimos 12 meses, el Ejército ruso únicamente conquistó Bajmut, bastión tomado por los mercenarios del Grupo Wagner, pero desde el pasado mes de octubre ha intensificado considerablemente la presión para cercar la ciudad de Avdivka, situada a escasos kilómetros de Donetsk, y acercarse a Kúpiansk, en la región nororiental de Járkov.

En todo caso, la apuesta del Kremlin es, a todas luces, convertir la guerra en una carrera de fondo en la que Rusia pueda hacer valer sus mayores recursos.

Por lo pronto, para este 2024 Moscú aumentará casi el 68 por ciento el gasto militar, que ascenderá a 10,8 billones de rublos (más de 100.000 millones de euros), más del doble que su enemigo.

Además, el presidente, Vladimir Putin, ordenó incrementar en 170.000 hombres el número de soldados que integran las fuerzas de combate (1,3 millones).

Al tiempo que su industria militar multiplica la producción, Moscú ha encontrado apoyo en otros países sujetos a sanciones internacionales, como Irán y Corea del Norte, que le proporcionan misiles, drones y munición y le ayudan a hacer frente a una Ucrania que sigue esperando la ayuda occidental.