Da la impresión de que las elecciones alemanas eran un hito temporal indispensable para el futuro europeo. Esa idea es ridícula, porque hace tiempo que el país ha dejado de ser una potencia en algún campo al transformarse en un geriátrico y en unos rentistas. Actualmente se enfrentan a varios retos: una implosión demográfica aguda, una política energética suicida, una crisis identitaria fruto de la inmigración masiva, un ejército inoperativo y una legislación laboral que fomenta el absentismo.
Los alemanes no tienen niños y demuestran un conflicto individual para compartir su vida con otro ser humano (40% de la población vive sola). Es una sociedad enferma. Su política energética es tan absurda que quema carbón como nunca, mientras cierra centrales nucleares y la industria se muere por los costes. Llegaron a financiar un gaseoducto que eludiese a Ucrania.
Un día, Angela Merkel, igual que con la energía nuclear, decidió que había que abrir fronteras sin límite a la inmigración siria por una guerra civil brutal. Su voluntad fue ley y después nos sorprendemos que los extremismos afloren. Solo con el resultado electoral se percibe que el país no se ha reunificado, incluso con 16 años de gobierno de una oriunda del territorio. La paridad del marco destrozó a Alemania del Este, porque la productividad no se puede camuflar. Igual que el SMI condenará al paro al carente de experiencia o hará que territorios pobres sigan siendo económicamente no competitivos.
Aislar a la segunda fuerza política solo facilitará que acabe siendo primera algún día, porque gobernar te vuelve pragmático. Alianza por la Democracia no es un partido de extrema derecha, aunque esté en contra de la inmigración, es una organización cuya política económica es de izquierdas, estatista y que añora la seguridad del antiguo modelo soviético. En ese sistema no había ganadores, porque todos perdían salvo los del partido.
Alemania, es el reflejo de la Unión Europea, necesita una política energética amable con las necesidades de la industria, una política agrícola y ganadera respetuosa con los agricultores y ganaderos; en resumen, políticas que primen la generación de riqueza fuera del sector público. El vicepresidente de los Estados Unidos, con mayor peso intelectual que Trump, lo dijo claro en Munich. Francia optó por cerrar un canal no políticamente correcto.
Los pacifistas de salón europeos podrían empezar por decir qué sacrificios están dispuestos hacer por Ucrania. Estados Unidos mira a Asia y esto no empezó con Trump.