Editorial

El fiasco de Exteriores con el amparo a Edmundo González

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La salida de Edmundo González de Venezuela y la forma en que se ha desarrollado su expatriación a España han abierto una nueva crisis de credibilidad en el Gobierno y, de paso, también con la oposición. La revelación del propio líder opositor venezolano sobre las presiones que sufrió estando en la vivienda del embajador de España en Caracas se ha visto reforzada por la imagen en la que se le puede ver en la sede diplomática española y en presencia de su titular, con líderes tan destacados del chavismo como la vicepresidenta Delcy Rodríguez y el presidente de la Asamblea Nacional, Jorge Rodríguez. La inaudita presencia de representantes de Maduro en la legación española deja lugar a pocas dudas sobre las coacciones ejercidas para que Edmundo González firmara un escrito en el que se ve obligado a reconocer la victoria de Nicolás Maduro en las elecciones y renuncia a reclamar la presidencia del país, una firma que ha sido la única vía que le ha permitido franquear la salida de su país para pedir asilo en España.

Resulta de suma gravedad que todo ello se desarrollara al amparo de la embajada de España, un territorio que debería haber sido del todo seguro para quien cada vez más países reconocen como legítimo ganador de las elecciones en Venezuela. Y es una razón sobrada para la petición que ayer lanzaba el líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, sobre la dimisión o el cese del ministro de Exteriores, José Manuel Albares. El jefe de la diplomacia española ha incurrido en una cadena de errores en este caso, por mucho que ahora intente desmarcarse del que puede considerarse el más grave de todos, intentando trasladar que no tiene nada que ver con ningún documento o negociación. Los hechos le desmienten, pero, aunque así fuera, la cuestionable gestión de este caso y la tibieza del Gobierno en la condena de las prácticas autoritarias del régimen de Maduro, le dejan en muy mal lugar.

El Ejecutivo tiene ya encima de la mesa las peticiones del Congreso y el Senado, con el voto de algunos de sus socios habituales incluido, para que se reconozca a Edmundo González como legítimo ganador de las elecciones en Venezuela.

Por si fuera poco, los 'populares' vieron como ayer se cumplía en Europa el reconocimiento de González como presidente legítimo, admitiendo la validez de unos resultados que el régimen chavista se niega a reconocer, mientras de forma contumaz se resiste a entregar las actas de las elecciones, reclamadas casi en pleno por la comunidad internacional.

Albares está obligado a dar muchas explicaciones sobre este fiasco diplomático y Pedro Sánchez debería ser el primero en reclamárselas. También en demostrar que su papel en esta grave crisis consiste en algo más que en pasear por los jardines de La Moncloa con el opositor expatriado.