Las obras de arte de Nambroca devueltas tras la Guerra

J. Monroy
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La web Nambrocario recoge la historia de Hilario de Ancos, que escondió varios objetos litúrgicos y salvó la vida tras la Guerra Civil al devolverlos

Las obras de arte de Nambroca devueltas tras la Guerra - Foto: David Pérez

¿Dónde están las obras de arte desaparecida de edificios religiosos durante la Guerra Civil y devueltos al final de la misma? A lo largo de los últimos meses, el trabajo, la paciencia investigadora y la actitud divulgadora de Juan Juste en la web y el facebook Nambrocario han sacado a la luz las pequeñas historias cotidianas de las gentes de Nambroca, lo que Miguel Unamuno denominaría «intrahistorias»; los pleitos con la Iglesia de los descendientes del presbítero don Manuel Francisco; los amoríos de novelón de Rosa Bautista en torno a la Guerra de la Independencia; las disputas entre los Valcázar y los Bautistas: los más de cuatro mil ascendientes nambroqueños desde el siglo XVI (en camino vienen más); la historia de sus calles y casas y quienes allí vivieron; o algunas curiosidades de la Guerra Civil.

Una de estas curiosidades es cómo se salvó del cadalso Hilario de Ancos Botica, teniente de alcalde de Nambroca del frente Popular, al devolver varias obras de arte y litúrgicas, que había la parroquia del Cristo de las Aguas.

Los hechos narrados por Juste nos trasladan al mes de agosto de 1936, cuando comenzaron los disturbios en Nambroca. Entre el 22 y el 23 se quemaron los objetos ornamentales y sagrados de la iglesia y ermita. Sin embargo, cuando De Ancos Botica fue detenido en Mora en mayo de 1939 confesó que no se había quemado todo. Él formaba parte del Comité que se ocupó de estos elementos y obras de arte y explicó que, ante el temor de que pudieran ser destruidos o robados, cogió algunos. En concreto, habló de «un lienzo, según rumor, de 'El Ticiano', una corona de espinas, una túnica morada bordada de oro y otro lienzo pequeño», este titulado 'Contemplaciones'.

Todos los escondió en un camarín de los frailes, junto a una cenefa bordada en oro de la túnica. Después llevó la túnica a casa de su convecino, Ricardo Artalejo, para que la guardara. Allí la tuvo como unos 15 o 20 días, y la volvió a sacar para esconderla nuevamente, con todos los demás objetos citados, en el camarín de la casa de los frailes. Todos ellos, menos el lienzo llamado de 'El Ticiano', que lo escondió en casa de su también convecino Pascasio Sacristán.

En su vivienda guardó una corona de espinas, dos nudos de oro del cordón, un trozo de estola y un cinturón bordado en oro, pertenecientes al Cristo de las Aguas, que las fuerzas debieron de destrozar y que, «para mayor seguridad él se llevó a su casa, para hacer entrega de ello en su día», se narra en su confesión.

Una vez capturado, De Ancos Botica es condenado «por auxilio a la rebelión militar», es decir, por haberse mantenido fiel al bando republicano perdedor del conflicto. Pero el tribunal encontró como atenuante de la devolución de las mencionadas obras, por lo que le condenó a seis años y un día de prisión mayor.

Sin rastro. Sin embargo, es en este momento cuando se pierde el rastro de las citadas obras de arte y objetos litúrgicos. En su 'Biografía de Nambroca', Antonio Martín Salamanca narra el saqueo y destrucción de siete altares, otros tantos retablos, varios sagrarios y más de cincuenta imágenes de la iglesia del pueblo, así como la destrucción de la capilla del Santísimo Cristo y las dependencias de la casa rectoral. De todo aquello, «nada de cuanto había se ha logrado recuperar. Se han repuesto algunos ornamentos y lo necesario para el culto, trabajándose en la reparación de los daños cuantiosos producidos».

¿Dónde están, por lo tanto, los objetos devueltos por Hilario de Ancos? Juste ha tratado de descubrirlo hablando con el sacerdote del pueblo y con sus vecinos y ninguno le ha podido dar noticia alguna del 'Ticiano' y demás objetos.

El presidente de la Real Academia de Toledo, Jesús Carrobles, explica cómo se perdió la pista a muchos de estos objetos de carácter religioso durante la Guerra, más allá de aquellos que fueron destruidos. Cuando fue la Junta del Tesoro Artístico la que retiró material, quedó todo totalmente recogido, lo que está accesible en la web. Sin embargo, cuando fueron milicias o iniciativas particulares, como es este caso, quienes retiraron los objetos, no queda ningún registro. En muchas ocasiones se justificaba que había quedado todo quemado y luego se iba vendiendo en otros pueblos.

Sobre el material que después de la Guerra fue apareciendo, explica Carrobles que como la mitad de la iglesias de la archidiócesis estaban desvalijadas, el Arzobispado repartió todos los objetos recuperados. Así, en la parroquia de Guadamur hay retablos de Toledo el de la iglesia de Olías es el de San Marcos. Todo esto también está registrado en el Archivo Diocesano, pero no está estudiado, ni publicado.

El otro misterio que deja esta historia es qué cuadro era el 'Ticiano' del que se habla. Es cierto que en Nambroca existió un Greco, un San Francisco de Asís, que el sacerdote vendió en 1927 por 60.000 pesetas. Pero parece descabellado pensar que también hubiera un Tiziano, más cuando no hay constancia escrita del mismo. Carrobles entiende que sí es posible que hubiera algún buen cuadro de la Escuela Veneciana, dado que el pueblo está lo suficientemente cerca de Toledo y hubo cierta oligarquía rural capaz de pagarlo. También hubo una sede de los Dominicos de Ultramar, que pudo tener algún buen cuadro.