Alfonso parecía ayer vestido de uniforme. De azul oscuro casi negro. Así entró en la sala de la sección primera de la Audiencia Provincial para reconocer la comisión de un delito continuado de apropiación indebida. Parecía de uniforme porque su víctima fue una empresa funeraria a la que representaba en la provincia de Toledo desde su centro de trabajo en Navahermosa. Más de 200.000 euros se embolsó sin informar a sus superiores de 79 servicios mortuorios y 115 coronas cobrados a familias de pueblos como Polán o Gálvez.
Los allegados agradecen el aligeramiento de los trámites funerarios después de la consternación de un fallecimiento. Alfonso ofrecía los servicios de la empresa a aquellas familias sin una póliza de seguros, y probablemente la respuesta afirmativa de los dolientes era inmediata. Pero, muchos años después, sus clientes seguían con los trámites en la cabeza porque parte de ellos estaban citados ayer como testigos en el juicio.
Alfonso reconoció los hechos y pactó con la Fiscalía y la acusación particular dos años de prisión, lejos de los cinco años que pedía inicialmente el ministerio público. La indemnización a la empresa ronda los 230.000 euros porque la funeraria dejó de percibir esa cantidad entre los servicios mortuorios ofrecidos y las coronas sueltas vendidas para los velatorios.
Debió de actuar con astucia Alfonso porque reconoció que la repetición del delito se extendió de 2009 a 2012. Y finalizó en 2013 cuando la empresa se enteró de que se embolsaba dinero a sus espaldas por los entierros; y lo despidió. La queja de una familia por unas coronas, atendida por la Consejería de Sanidad, encendió la alerta de la empresa, que descubrió así la fechoría.
Alfonso se incorporó como representante de esta empresa madrileña en los Montes de Toledo en el año 2006, tres antes del inicio de las apropiaciones imputadas. La acusación le atribuye la venta sin facturación de 18 coronas fúnebres y 20 servicios funerarios por valor de más de 54.000 euros en 2009; al año siguiente, la cuantía engordó con otras 18 coronas y 21 asistencias funerarias, por un total de 69.139 euros. Ya en 2011, vendió 54 coronas y completó 17 servicios por un importe de 50.467 euros. Por último, en 2012, gestionó por su cuenta 25 coronas y 21 asistencias por valor de 61.987 euros. Fue despedido en mayo de 2013.
Con dos síes lacónicos, reconoció ayer ante el presidente de la Audiencia Provincial, Juan Ramón Brigidano, este enriquecimiento injusto.