El perfil
Fecha de nacimiento: 29.02.1972.
Lugar de nacimiento: Madrid.
Formación: Licenciado en Ciencias Económicas y Empresariales.
Experiencia profesional previa: Asesor en el Parlamento Europeo y miembro del Gabinete del alto representante de ONU en Bosnia.
La curiosidad: Fue jugador de baloncesto en Estudiantes.
Con la convocatoria de elecciones anticipadas, el presidente del Gobierno y líder del PSOE, Pedro Sánchez, escribe un nuevo capítulo de su manual de resistencia y se juega su futuro político el 23 de julio, al que llega en un momento delicado, y más después de no dar la talla en el cara a cara con Alberto Núñez Feijóo. Antes, el partido socialista tuvo que encajar y asumir el duro golpe que el 28-M le asestaron en ayuntamientos y comunidades autónomas donde el PP ganó y extendió su poder en la inmensa mayoría de territorial.
El propio Sánchez anunció el adelanto electoral un día después de las elecciones autonómicas haciéndose directamente responsable de los malos resultados del PSOE, que perdió seis de los nueve gobiernos regionales que lideraba y la mayoría de capitales de provincia que dirigía, entre ellas Sevilla.
«Asumo en primera persona los resultados y creo necesario dar una respuesta y someter nuestro mandato democrático a la voluntad popular», manifestó al informar de su decisión, que pilló por sorpresa a sus propios compañeros de partido.
Habitual en situaciones políticas extremas, el líder progresista encara otro reto de envergadura, después de una carrera llena de obstáculos, que ha sorteado entre contradicciones y rectificaciones, pero también de resistencia y osadía que le han caracterizado en su andadura desde que ocupó el liderazgo de su partido.
Los comicios del 23-J serán claves para el futuro del PSOE, pero sobre todo para Sánchez por ser el candidato a la reelección y por haber planteado este órdago, que demuestra su capacidad de adaptación y su habilidad como estratega.
Sánchez concibe las elecciones como un cuerpo a cuerpo directo con Feijóo en el que asegura que solo hay dos opciones posibles: o un Gobierno progresista de PSOE y Sumar o uno de PP y Vox.
Por ello, se afana en subrayar la necesidad de «consolidar los avances» de su Ejecutivo frente al «retroceso» que atribuye al bloque de la derecha, mientras trata de desmontar la imagen fría y autoritaria que asegura que sus adversarios pintan de él a través del sanchismo.
El madrileño está enviando este mensaje en una campaña muy mediática y centrada en su ego, con mucha presencia en platós de televisión y muy pocos mítines, como prevé seguir haciendo el PSOE en esta última semana.
La duda ante el 23-J no es solo si será elegido nuevamente presidente del Gobierno, algo que parece complicado por las encuestas, que pronostican una clara mayoría de PP y Vox, sino también si seguirá siendo el capitán del PSOE.
Por el momento, nadie ha pedido un nuevo liderazgo, ni siquiera entre los veteranos que denuncian la deriva que el partido ha tomado desde la llegada de Sánchez, al criticar el pacto con Unidas Podemos y los acuerdos con EH Bildu y ERC.
El propio Sánchez ha evitado responder sobre su posible relevo en el partido. Pero este asunto planea sobre el PSOE, sobre todo tras las elecciones autonómicas y municipales de mayo, tras quedar en segundo lugar tras el PP, aunque a poca distancia, con un 28,11 por ciento de apoyos frente a un 31,53 por ciento.
El 28-M confirmó la debacle del PSOE en Andalucía, un tradicional bastión socialista donde el PP ganó por mayoría absoluta en las autonómicas celebradas en esa región en junio de 2022 y donde un año después la formación liderada por Alberto Núñez Feijóo consolidó su hegemonía en las municipales.
Precisamente el verano pasado, Sánchez emprendió una profunda renovación de cargos en el PSOE, aprovechando además la dimisión de la vicesecretaria general socialista, Adriana Lastra, que alegó motivos personales por un embarazo de riesgo. En cambio, no ha habido ninguna remodelación en el partido ni en la parte socialista del Gobierno tras el fracaso electoral socialista en las autonómicas y municipales del pasado mayo.
Al anunciar el adelanto de las generales al 23 de julio, Sánchez puso el foco en esta nueva fase electoral, evitando críticas internas y la posibilidad de que el PSOE sufriera un desgaste mayor si los comicios se hubieran mantenido en diciembre.
Por el momento, la formación ha optado por dejar de lado sus heridas y por exhibir unidad, como demostró en el Comité Federal del pasado 10 de junio en Madrid, en el que se ratificaron las listas electorales por unanimidad pese al malestar que un día antes habían manifestado las federaciones de Castilla-La Mancha, Aragón, Castilla y León y la Comunidad Valenciana.