Ramón rastreó los Pirineos en busca de un pueblo abandonado, que halló a cientos de kilómetros en un viaje a Gredos. Corría el año 1990 cuando este herrero se topó con la pedanía de Las Ventas de San Antonio (La Pueblanueva), unión de los poblados de Las Vegas y San Antonio. Entre las 15 casas de este último se aposentó para «dar martillazos» y un aldabonazo a la forja tradicional. Nacido en la ciudadrealeña Calzada de Calatrava hace 61 años, triunfó el martes en la decimoséptima edición de los Premios Nacionales de Artesanía, convocados por el Ministerio de Industria y Turismo y recompensados con 3.000 euros.
Recuero aterrizó en San Antonio hace 34 años para explorar la forja tradicional y rescatar técnicas empolvadas. La afición le nació de chaval; con 11 años frecuentaba ya la Escuela de Artes de Ciudad Real. Enfilados los estudios de Ingeniería Agrícola, viró definitivamente hacia la herrería. Más tarde, se asentó en el abandonado poblado de San Antonio a golpe de yunque, martillo y fragua; un viaje hacia la pureza y a la Edad del Hierro.
Ramón investigaba y avanzaba; pero la necesidad económica despejó el camino a la creación de la escuela de herreros en 2008. Ayer mismo, por ejemplo, un aficionado estadounidense confirmaba su presencia en el próximo curso, a la vuelta de las navidades.
«Estoy casi retirándome», apunta sobre una escuela dirigida por su hija y su yerno. No obstante, sigue al pie del cañón para enseñar a esos 10 alumnos que debutarán en 2025. Hace un mes, el Ministerio de Industria y Turismo informó de la inclusión de esta propuesta entre los candidatos a los premios. La directora general de Artesanía, Ana Isabel Fernández Samper, confirmó el martes la consecución con una llamada. Pilló a Ramón y a sus compañeros trabajando en San Antonio, origen también de los capítulos de divulgación que difunde el herrero en internet.
Dos iniciativas regionales optaban como finalistas en sendas categorías relacionadas con la promoción de la artesanía: 'Legado Artesano' y Eturia, en la modalidad de iniciativas públicas; y la Escuela de Herreros Ramón Recuero, en la categoría de iniciativas privadas. Ambas resultaron ganadoras.
El pueblo de San Antonio ha ganado también desde 1990. Sólo una familia resistía entre las 15 casas del poblado y había decidido el traslado. Ramón confió en su elección y, en 1992, compró una casa para mudarse también y estar al lado de la fragua. Desde entonces, los golpes de martillo acompañan la vida en esta pedanía rescatada. Habitan cinco artesanos y diez familias vinculadas al lugar. Están las 15 construcciones ocupadas.
Ramón ha ganado un premio nacional y salvado un pueblo.