Javier López

NUEVO SURCO

Javier López


Sobre el shakirinazo

18/01/2023

Ni la renovación del Tribunal Constitucional, ni la muerte de Constantino, ni el paro ni la inflación, ni la niebla ni el trasvase, ni la cuesta de enero ni la cuesta electoral en la que ya estamos, España se ha volcado por entero estos días del lado de Shakira y sus cosas, para pronunciarse a favor o en contra, para opinar sobre su desamor o sobre su cuenta corriente, para posicionarse con ella o con Clara, con ella o con Piqué y la suegra de Shakira.  El shakirinazo ha sido brutal y nos da la medida justa, sin duda, del país que tenemos y de la sociedad en la que estamos, en España y fuera, porque es la puesta de largo de una sensibilidad hacia las cosas, con su escenificación, lo que ha mutado con inusitada rapidez en los últimos años en el mundo globalizado. Todo, al final, es un fogonazo que se expande por las redes a una velocidad endiablada y deja un rastro inconfundible que nos distrae un rato de las cosas importantes y de nuestros propios agobios, y nos hace tomar partido ante sentimientos universales y eternos que van mucho más allá de nuestra propia mirada y nuestras propia época, aunque ahora circulan en redes y se hace caja con ellos, y hasta política mala si es menester porque Shakira, víctima de un ataque clásico de cuernos, ha colocado lo suyo del lado de la reivindicación del feminismo sin que sepamos aún muy bien qué tendrá que ver.
Siempre ha habido cantantes cantando al desamor, de hecho las rupturas amorosas son lugares comunes, seguramente el más frecuentado, en la música de cincuenta años a esta parte, la era del pop. En estos días han circulado listas de canciones de desamor que sus protagonistas hicieron pensando en la persona ausente, y así se ha hablado del 'Hey' de Julio Iglesias, interpretado desde siempre como un  recuerdo nostálgico de Isabel Preysler con reproche incluido: 'Tú nunca me has querido, ya lo ves. Qué nunca he sido tuyo, ya lo sé. Fue solo por orgullo ese querer', aunque lo cierto es que la filipina, harta de colocarse una cornamenta a diario, salió huyendo de aquello en busca de otras historias con otros hombres afamados.
El Hey catapultó definitivamente al olimpo de los dioses musicales a nuestro artista más internacional, y tenía un claro tono de historia personal, vivida por el propio cantante, no era una alusión genérica al desamor apoyada en una ficción no vinculada con el artista. Luego salieron otras con otros cantantes y con otras historias personales, y la propia Shakira lanzó hace unos meses el tema 'Monotonía' que claramente hace referencia a su relación rota con Gerard Piqué, pero sin entrar al ataque personal, o al menos no de una forma tan descarada como en el tema que nos ha ocupado con apasionamiento polarizado durante estos días.
Shakira con su composición, que sin tener una gran calidad resulta chispeante y graciosa, ha pasado todos los límites de lo que hasta ahora era una canción de desamor, incluso las que han tenido una sedimentación en algo vivido personalmente, y se pone el mundo por montera, faltando al respeto a la actual pareja de Piqué y hasta a la propia madre del exfutbolista, su exsuegra.  Veremos si queda como un hecho aislado o marca el inicio de algo nuevo que termine por convertir las canciones de desamor en una verdulería a tiempo completo.  Pero, ¿qué es lo que le ha movido a Shakira? La cantante colombiana es desde luego un gran negocio, una gran caja de facturación, y ahora además es una mujer despechada. Estos dos vértices actuando en la misma dirección han dado el resultado explosivo que hemos conocido estos días.
A Shakira le gusta ganar dinero, y ganarlo todo el tiempo, pagar lo menos posible a Hacienda y no dejar de facturar, y ha encontrado un filón de primera.  Como ella mismo ha dicho: «Si la vida te da limones amargos no queda otra que hacer limonada». Realismo en estado puro, convertir tu desgracia en un negocio, llegar a uno de los picos de facturación de tu carrera con una composición mediocre y con una historia que te ha hecho llorar de impotencia en un 'tierra trágame' que no te lo esperabas. Porque la canción no es buena, como tampoco lo son otras muchas de Shakira, que siempre ha antepuesto su cuenta corriente a su talento peculiar e innegable, y, sin embargo, rebuscando por ahí de repente la redescubres en un concierto en París cantando en español y en francés 'Je L'aime A Mourir' y flipas con una artistaza como la copa de un pino, quietecita, sin mover hiperbolicamente los glúteos ni las caderas, sin mezclar el culo con las témporas.

«Shakira es ante todo una gran caja de facturar y ahora además una mujer despechada. 'Si la vida te da limones amargos no queda otra que hacer limonada', dice»