El pacto político, quizás precipitado, pero firmado por la Presidenta de la Comisión Europea con los cuatro países de Mercosur para crear un espacio comercial tan ambicioso de 780 millones de consumidores, coincide con un momento de gran debilidad en el viejo continente, por la caída del gobierno de Francia, que lideraba junto a Austria y Países Bajos la gran oposición al acuerdo, y la convocatoria de elecciones en Alemania para el mes de febrero, entre otros frentes.
La más que probable guerra comercial de Estados Unidos contra China y otros países, ha llevado sin embargo a la mandataria alemana a marcar el terreno que se ha negociado durante más de dos décadas, viendo los pasos y las decisiones arancelarias de un presidente electo, Donald Trump, que ha decidido ejercer el poder sin haber tomado aún posesión de la Casa Blanca. Y todo, cuando Úrsula von der Leyen sabe que el proceso de ratificación en el Parlamento Europeo, y especialmente después en los países miembros será largo, duro e imprevisible. 
Pero por eso mismo, y pese a las dudas y críticas de las organizaciones agrarias, el valor de la fotografía es ahora político en un contexto convulso como el actual, donde la vuelta del presidente norteamericano podría implicar incluso el final de la guerra de Rusia en Ucrania por su clara oposición a seguir financiándola. Esto de momento ha provocado que los mercados agroalimentarios reaccionen, que el dólar se revalorice, y que los inversores se posicionen sabiendo que el tablero geopolítico está en movimiento con consecuencias aún imprevisibles.
En el caso de los cereales, las últimas subidas de precios que están anotando las lonjas tienen que ver por ejemplo, con los pasos de México, uno de los principales compradores de maíz de Estados Unidos, que ha empezado a hacer acopio de grandes volúmenes de mercancía, antes de que entren en vigor las nuevas tasas previstas ya en el calendario de Trump.
De hecho, Estados Unidos tiene la segunda cosecha más grande de la historia aunque su demanda interna es también elevada para producir etanol, lo que ha hecho que por todas esas circunstancias no se haya notado la presión en el mercado internacional.
En este mismo contexto, la fortaleza del dólar sobre el euro ha encarecido las importaciones, y eso está favoreciendo los precios de nuestros agricultores cuando tradicionalmente, la liquidación de una parte del año, ponía más mercancía en el circuito, provocando caídas. Hoy, sin embargo, los trigos en los puertos son más caros.
Pero más allá de todo esto, el giro que está experimentando Europa, obliga a reforzar la arquitectura y los cimientos. Y la PAC está en la base fundacional del proyecto comunitario si además, en un mundo nuevo que tiende al proteccionismo, hay que garantizar la soberanía alimentaria como se pidió en las tractoradas y regular las cláusulas espejo o las nuevas técnicas genómicas para intensificar las producciones a futuro.
En tanto se despejan las incógnitas políticas en dos de los países europeos más importantes, sumidos ahora en una crisis que alienta la desconfianza en la unión y agita los populismos, el comisario de agricultura, Christophe Hansen, trabajará en 2025 en la propuesta de la próxima reforma. En junio desvelará sus cartas, justo cuando Francia, si no prospera y se asienta el nuevo gobierno que proponga Macron, podría volver a convocar elecciones.