En su anterior mandato, Donald Trump estableció aranceles a la entrada en territorio estadounidense de aceitunas de mesa españolas. Tras muchas batallas entre el país norteamericano y la Unión Europea (UE), la Organización Mundial del Comercio (OMC) dictaminó que estas tasas eran abusivas y violaban determinadas normas comerciales en vigor. El Departamento de Comercio de Estados Unidos redujo estos aranceles del 35% al 31%, lo que Bruselas consideró totalmente insuficiente, ya que defendía que debían haber sido completamente eliminados antes de enero de 2023.
Ahora EEUU ha logrado que el caso sea sometido de nuevo a arbitraje en la OMC, lo que retrasará la posible imposición de represalias comerciales por 35 millones de dólares anuales contra Washington, algo que solicitó la Unión Europea al organismo. Estados Unidos «objeta los niveles de suspensión de concesiones y otras obligaciones» propuestos por la Unión Europea en su reciente solicitud de represalias, por lo que la cuestión será sometida a un nuevo arbitraje, ha indicado la OMC en una nota informativa.
A efectos prácticos, ello significará que la solicitud de represalias de la UE, que tendría inicialmente que haberse debatido el próximo lunes 25 de noviembre en la reunión mensual del órgano de resolución de diferencias de la OMC, finalmente no se incluirá en la agenda, lo que retrasará al menos un mes su deliberación.
Las aceitunas negras se utilizan en Estados Unidos principalmente para la elaboración de pizzas y las exportaciones españolas del producto a esa economía ascendían a unos 70 millones de euros anuales en 2017, una cifra importante. La UE ha concedido desde el principio de la disputa gran importancia a este conflicto comercial, ya que teme que una decisión de la OMC favorable a EEUU sea utilizada por este país para desafiar toda la política de subsidios agrarios de Europa que está bajo el paraguas de la Política Agraria Común (PAC). No hay que olvidar que Estados Unidos impuso estos aranceles, derechos compensatorios y antidumping (dos tipos de restricciones comerciales) a la aceituna negra en 2018 por «competencia desleal», alegando que las ayudas de la PAC a los productores españoles estaban perjudicando a los estadounidenses.
Nombramiento.
Por otra parte, Donald Trump eligió este sábado a Brooke L. Rollins, definida por el republicano como «una patriota leal», para estar al frente del Departamento de Agricultura (USDA, en inglés). De 52 años y nacida en un área rural de Texas, tendrá a su cargo a casi 100.000 empleados del USDA, compuesto por 29 agencias y oficinas. «Como nuestra próxima secretaria de Agricultura, Brooke (Rollins) encabezará el esfuerzo para proteger a los agricultores estadounidenses, que son verdaderamente la columna vertebral de nuestro país», dijo el presidente electo en un comunicado de su equipo de transición.
Trump destacó que Rollins ha pasado los últimos cuatro años defendiendo las políticas de «nuestra agenda America First» como fundadora y directora ejecutiva del America First Policy Institute (AFPI) y America First Works (AFW), desde donde ayudó a crear «un equipo de patriotas leales». Por su perfil parece que su desempeño va a confirmar lo que ya se temía el sector primario comunitario: el proteccionismo será seña de identidad de su mandato. Agricultores, ganaderos e industria transformadora de la Unión Europea se verán, muy probablemente, en problemas para colocar sus productos en un país que tiene un gran peso en la balanza comercial agroalimentaria española.
Rollins sería la segunda mujer en estar a cargo del USDA, después de Ann Veneman, que trabajó para el Gobierno de George W. Bush. (2001-2009). De ser confirmada por el Senado, Rollins participará en la renegociación del acuerdo comercial entre Estados Unidos, México y Canadá, que se realizará el próximo año, y lidiará con la promesa del presidente electo de establecer aranceles a ciertos productos agrícolas.