Diferentes colectivos, entre ellos la Organización Mundial de la Salud (OMS), siempre han apostado por el incremento del precio del tabaco a través de impuestos más altos como la fórmula más eficaz de disminuir el consumo e incitar a los fumadores a dejar este hábito. No en vano, consideran que un aumento del 70% en el coste de las cajetillas podría prevenir hasta un cuarto de todas las muertes relacionadas con esta causa en todo el mundo.
El Gobierno ha tomado nota en diversas ocasiones y la creciente presión fiscal ha llegado prácticamente a duplicar el coste de los cigarrillos en los últimos seis años. Un hecho que, sin duda, puede considerarse la causa fundamental de que los estancos de la provincia de Toledo hayan vendido más de 16 millones de paquetesmenos que en 2006, tras entrar en vigor la primera Ley Antitabaco. A este hecho hay que sumar las campañas de sensibilización o medidas como insertar en las cajetillas imagenes de los graves daños que provoca este hábito.
En cualquier caso, desde la promulgación de la primera Ley Antitabaco, cuyas restricciones más relevantes entraron en vigor el 1 de enero de 2007, el consumo de tabaco no ha dejado de disminuir en la provincia. No ha descendido tanto el número de adictos como la cantidad de cigarrillos que éstos fuman, según las estadísticas sanitarias.
Así, en 2006 los estancos de Toledo vendían 62,6 millones de cajetillas, según los datos del Comisionado del Tabaco dependiente del Ministerio de Hacienda, mientras que en 2011, cinco años después, la cifra bajaba hasta 46,3 millones, un 25,9% menos.
Incremento del gasto. Paradójicamente este descenso de la cantidad de pitillos consumidos no ha ido unida a una disminución del gasto de los fumadores. Más bien al contrario, teniendo en cuenta los incrementos fiscales que han provocado que el coste de las cajetillas llegue a ser prácticamente el doble. Así, el desembolso en tabaco ha aumentado en el mismo periodo un 24%, al pasar de 139,9 millones de euros gastados en 2006 a los 173,5 millones del ejercicio anterior.
Y es que, los sucesivos gobiernos no han dejado de aumentar la presión fiscal sobre este producto desde que se iniciara la ‘campaña’ de erradicación del consumo de tabaco en lugares públicos.
Hasta tal punto que en la actualidad aproximadamente tres cuartas partes del coste van destinadas a impuestos, que aumentarán un 3% más en septiembre, tras la entrada en vigor de la subida del IVA.
La crisis, sin duda, también ha propiciado el descenso de las ventas. Y es que, en la actualidad el precio medio de un paquete ronda los cuatro euros, mientras que en 2006 se situaba en torno a 2,25. Casi el doble. Así, muchas personas con graves dificultades económicas han decidido ‘recortar’ en este gasto.
En 2006, entraba el vigor la primera Ley Antitabaco, que prohibía fumar en lugares como puestos de trabajo (tanto públicos como privados) o los centros culturales. La norma, además, distinguía entre zonas en las que está «totalmente prohibido fumar», y espacios en los que se puede fumar si se habilita una sala especial de fumadores. En 2011, su secuela fue mucho más dura al prohibir el consumo de tabaco en todos los establecimientos de hostelería.
Antes, que los fumadores encendieran un cigarrillo tras otro en los locales de ocio mientras tomaban un café o una caña era lo más normal. Ahora es necesario salir a la calle para hacerlo.
aumento del tabaco de liar. En cualquier caso, el precio es uno de los prinicipales inconvenientes. Por eso, buena parte de los fumadores buscan las marcas más baratas o apuestan por el tabaco de liar, que está ganando enteros. En el primer semestre del año se han vendido más de 20 cajetillas de cigarrillos y cerca de 45.000 bolsas de liar, 10.000 más que el año anterior por estas fechas, lo que supone más de un 28% de incremento.