Mi manera de desearles Feliz Navidad va a ser no hablar en esta columna de hoy ni una sola palabra de política, ni de políticos ni de nada que les toque ni que les roce. Creo que es lo mejor que puedo hacer y que les puedo recomendar. Es más, no sería mala idea prohibir bajo pena de expulsión inmediata, que nadie ni en copa, ni ágape, ni cena mencionara a la bicha. Déjenlo hasta, al menos, el día después de Reyes.
Sugiero que lo hagan, yo voy a hacerlo, como una cura de desintoxicación, aún a sabiendas de que más temprano o más tarde recaeremos. Pero, en cualquier caso, el reposo al hígado y a las neuronas mal no les va a venir. Y disgustos nos vamos a evitar, seguro.
La segunda propuesta, también muy conveniente para la salud medioambiental es la de prevenirnos ante el inevitable 'cenizo de navidad', ese que viene a celebrar, pero solo para decir lo que le disgusta y el asquito que le da. Pero viene y se nos bebe el champán y se nos come el jamón. Mi sugerencia es que le den la razón a su propuesta y se atienda a su sermón y a su deseo, pero sólo en lo que a su persona concierne. Se le siente aparte, preferiblemente con vistas a un rincón, se le retiren las viandas especiales, se le sirva un vaso de agua del grifo, una hoja de lechuga, una patata hervida y una infusión de hierbas y se le conmine a que se vaya a dormir en cuanto a se lo acabe de tomar. Como obsequio puede hacérsele el regalo de un libro. Uno de Marcel Proust me parece muy indicado. Uno de esos premios Nobel que dan ahora, y que no conoce ni 'dios', también puede valer.
Creo que, con estas dos premisas, el resto del personal, esta inmensa mayoría cada vez más acogotada por no sé cuántos istas e ismos, que ha de quedarse callada y hasta ni siquiera pensar por no molestar a los imbéciles, de la que nos advirtió ya Dostoyevski, podremos pasar las fiestas algo más tranquilos.
Porque miren, el disfrutar un algo no viene mal.
Y a mí, que quieren que les diga, siempre me ha gustado la Navidad. Siempre he sido, que quieren que les diga, más partidario de los nacimientos que de los entierros y de los buenos deseos que de las malas intenciones. Y cada día más.
Así que Feliz Navidad y Próspero Año Nuevo. Y después ya veremos cómo hay que torear.
PD. Pero no lo olviden, de política ¡ni una palabra!