Las urnas del 23-J dibujaron una realidad endiablada al tiempo que arrojaron una complicada aritmética política que deja en manos de JxCat, el partido de Carles Puigdemont, la llave de una hipotética investidura de Pedro Sánchez, si el candidato del PP, Alberto Núñez Feijóo, no logra articular (como todo hace aventurar) una mayoría suficiente; máxime después del portazo que el PNV ha dado a los populares a las primeras de cambio. Los siete diputados de los independentistas catalanes son ahora decisivos. Ellos lo saben y le han puesto precio de metal precioso. Las negociaciones que se avecinan serán duras y complejas.
¿Qué opciones hay de que JxCat invista a Sánchez? ¿Es más probable una repetición electoral? ¿Cuál es la estrategia de Puigdemont? ¿Es él quien manda realmente en Junts? ¿Puede el independentismo catalán consensuar una tasación a cambio de sus votos? Esta es una guía para orientarse en lo que puede ser un trato difícil ¿y con mucha letra pequeña?
¿Por qué son decisivos los votos de JxCat?
A diferencia de las elecciones generales celebradas hace cuatro años en 2019, tras las que Sánchez pudo prescindir de sus votos para poder ser investido, esta vez los siete diputados de JxCat, con Míriam Nogueras al frente, sí son determinantes. La suma de los 122 diputados del PSOE (sin contar el que restarían del voto CERA), los 31 de Sumar, los siete de ERC, los seis de EH Bildu, los cinco del PNV y el del BNG asciende a 172, suficiente para que Sánchez sea investido por mayoría simple -el PP y Vox llegan a 169-, siempre y cuando JxCat al menos se abstenga o deba dar su sí tras dar el CERA da otro escaño al PP.
¿Cuáles son las condiciones de Junts?
Enterrada la estrategia pujolista del peix al cove (arañar avances en recursos y competencias para Cataluña), JxCat menosprecia el «listado de cositas» que ERC plantea al PSOE y sostiene una posición negociadora de máximos: solo acepta hablar de «amnistía y autodeterminación», de manera que una «solución personal» para Puigdemont no desencallaría la investidura.
Junts ya ha retado a Sánchez a formular una «propuesta» para «desbloquear el conflicto entre Cataluña y España», mientras el expresidente catalán Artur Mas le recomienda que «no tenga prisa» por sentarse a negociar: es mejor que espere a comprobar el resultado de las conversaciones del PSOE con ERC, Bildu, PNV y BNG.
¿Ven negociable los socialistas ese precio?
El precio planteado no es asumible por los socialistas. El primer secretario del PSC, Salvador Illa, ha avisado de que el PSOE no aceptará ni amnistía ni autodeterminación porque «no son factibles» y ha pedido «realismo» y «estar a la altura de las circunstancias».
Un facilitador que puede engrasar esos contactos negociadores es Jaume Asens, exlíder de los comunes en el Congreso, que renunció a repetir como candidato pero al que Sumar ha encargado liderar las negociaciones con ERC y Junts, aprovechando su buena relación con Puigdemont.
¿Acabará Junts ablandando su postura?
Entre los junteros como son conocidos, coexisten dos almas, los pragmáticos -hay exconsellers como Jaume Giró o Damià Calvet y veteranos convergentes como Xavier Trias- y los maximalistas -encabezados por Puigdemont, además de Laura Borràs y su círculo de fieles-, que dirimieron fuerzas el pasado octubre en la consulta en la que se decidió romper el Govern de coalición con ERC: vencieron los maximalistas con un 55,73 por ciento, frente a un 42,39 de partidarios de seguir gobernando.
Ha sido Puigdemont desde Waterloo quien ha fijado ya públicamente las reglas de juego de los suyos: «Pedro Sánchez no será presidente con nuestros votos», afirmó en plena campaña y fuentes del sector pragmático ven «difícil» que la posición del partido pueda evolucionar hacia planteamientos más posibilistas, aunque por ahora la dirección espera a que el PSOE mueva ficha.
¿Quién manda realmente en JxCat?
«España, capital Waterloo», escribió al filo de la medianoche del domingo Josep Lluís Alay, hombre de confianza de Puigdemont, en un elocuente tuit que resume gráficamente cómo el expresidente catalán, que no ostenta ningún cargo orgánico en la cúpula de JxCat, sigue siendo de lejos la voz más reverenciada e intocable del partido.
Aunque Waterloo, como sugiere Alay, es el santuario al que la plana mayor de JxCat acude cuando hay que tomar grandes decisiones, sobre el papel el partido lo lideran la presidenta, Laura Borràs, condenada, inhabilitada y con su carisma a la baja, y el secretario general, Jordi Turull, que, en sus delicados equilibrios para evitar que las tensiones internas hagan implosionar al partido, ha generado malestar entre dirigentes pragmáticos que no se sienten amparados.
¿Cómo afecta la incertidumbre judicial en torno a Puigdemont?
Un día después del 23-J, la Fiscalía pidió al juez del Supremo, Pablo Llarena, que ordene de nuevo la busca y captura e ingreso en prisión de Puigdemont y del exconseller Comín tras la retirada de su inmunidad como eurodiputados.
Este último movimiento complica aún más un hipotético acercamiento entre PSOE y Junts, como se encargó de señalar el propio Puigdemont en Twitter: «Un día eres decisivo para formar Gobierno en España y, al día siguiente, España ordena tu detención».
¿Qué papel juega ERC?
Tras su batacazo en las elecciones municipales, ERC siguió perdiendo votos y escaños el 23-J, aunque sus siete diputados también son decisivos en el Congreso, si bien no utilizarán su poder negociador para «bloquear» una mayoría progresista y forzar una repetición electoral, como propugnan la ANC y sectores de Junts.
Este último partido apela a los republicanos a recomponer la «unidad estratégica» del independentismo y a negarle apoyo a Sánchez si no acepta hablar sobre un referéndum, pero Pere Aragonès se juega también la estabilidad de su Govern, y un apoyo mutuo con socialistas sería para él un escenario óptimo, por lo que ERC ha puesto al PSOE un listón más asumible: traspaso de Cercanías, solución al déficit fiscal catalán y mesa de negociación.
¿Cómo puede influir el horizonte electoral en Cataluña?
Una de las claves menos explícitas pero más decisivas para entender las maniobras que se avecinan será la pugna entre JxCat y ERC por la hegemonía independentista ante unas elecciones catalanas previstas para 2025 pero que podrían celebrarse antes, dada la fragilidad del Govern de Pere Aragonès, que se apoya en los 33 diputados de Esquerra sobre un total de 135.
La línea de ataque de JxCat contra sus exsocios en el Ejecutivo se centra en minimizar -incluso ridiculizar- los frutos de la vía del diálogo de ERC en Madrid, en un intento de Junts de proyectarse como el único baluarte soberanista que defiende a capa y espada el legado del 1-O, por lo que, con el punto de mira en las próximas elecciones catalanas, difícilmente aceptará nada del PSOE que no sea una contrapartida tangible relacionada con la autodeterminación.