El Puerto, muy cuesta arriba; y La Ventana, muy cerrada

Mario Gómez / LAS VENTAS
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Infumable corrida de El Puerto de San Lorenzo y La Ventana del Puerto en la que Rufo dio una vuelta al ruedo y Román firmó lo más vibrante ante los dos animales de más opciones. Se lidió un sobrero de Juan Pedro (3º), que no desentonó en el juego

Rufo lidió en tercer lugar un sobrero de Juan Pedro Domecq. - Foto: Plaza 1

Los méritos de El Puerto de San Lorenzo y La Ventana de El Puerto para venir a Madrid en Otoño no debieron ser los chascos de San Isidro. No obstante enchiqueró un encierro para el cartel de más campanillas del ciclo octubrino. Nuestro gozo en un pozo. El Puerto muy cuesta arriba, o cuesta abajo, según se mire; La Ventana, cerrada en opciones a cal y canto, y un sobrero de Juan Pedro, tercero bis, que no cambió la tónica; sería por no desentonar.

Lo más destacado de la tarde llegó en el último capítulo. Fardero iba y venía entre idas, vueltas y cambios de terrenos. Empezó Rufo en los bajos de la Puerta Grande y optó por los medios rápido. El silencio sepulcral de Madrid hacía escuchar los cites del torero y los bufidos al respirar del toro. La primera ovación de la mayoría del público entroncó con las protestas del 7. Una guerra en los tendidos que dispersaba la atención de lo ocurrido en el ruedo, que no era menor. Unos pitaban mientras la faena, y los otros cuando los del 7 protestaban en las entretandas. El toro fue a menos y Rufo dejó a Madrid con la miel en los labios, que desde hace tiempo le exige como figura, y espera ver la mejor versión del de Pepino. Estocada agarrada arriba y descabello, que provocaron petición de trofeo, y le valió la vuelta al ruedo. El tercero salió mansito y en una de las carreras de ida y vuelta a la puerta de toriles se dañó una mano; el paso por el caballo fue su sentencia. Estaba como loco por volver a corrales, y en cuanto se abrió la puerta la tomó. Sin esperar a los bueyes, que desconsiderado. En su lugar  salió Milagro, de Juan Pedro Domecq, al que Rufo quiso hacer romper hacia adelante y dejó una vistosa revolera. Pretendió instrumentar la misma receta que Román en su primero, la de dejárselo venir, pero en este caso, en el tercio y de rodillas. Una primera tanda muy destacada, pero cuando se puso de pie, la cosa solo fluyó por el izquierdo; y a medias. Le exigieron colocación, y la faena no tomó vuelo. Demasiado metraje, para tan escaso contenido; y además la espada viajó baja.

El segundo se le coló a Román por el izquierdo durante el saludo. Salió muy desentendido y el valenciano quiso confiarle desde el principio. Román brindó al público y no hizo caso a la superstición, cayendo la montera boca arriba. Se quedó en los medios y se lo dejó venir. Se fue el toro y a la segunda logró encelarlo. Se pegó un redondo en el de pecho y volvió a enroscárselo por bajo. "Mira, mira, mira" le decía Román, y los que lo vieron fueron los aficionados que se encontraron a un torero con ganas de aprovechar la oportunidad que Madrid le ofreció. Se fue muy a menos el toro y la faena fue decayendo. Todavía hubo tiempo para unas manoletinas "a la persecución" y una ovación como premio tras el mal manejo de la espada.
Román sorteó el lote más cargado de kilos, que no de embestidas, pero parecieron hasta casi potables en las telas del valenciano. Si el primero fue anunciado con 637, el segundo fueron 583. El segundo de los de La Ventana, no desentonó con sus hermanos, como Román no desentonó con sus ganas, quiso hacer faena, pero La Ventana estaba cerrada. Se lleva el crédito intacto, a Madrid en el bolsillo, y todo el respeto de Las Ventas que le esperan para pronto verle de nuevo.

El primero traía luctuoso nombre ligado a la historia de la familia Manzanares. Más allá de ello, sus embestidas eran mortecinas desde el capote y no mejoraron en la muleta. Un puñado de muletazos aislados made in Jose Mari, jaleados por unos y pitados por otros, fue para lo que dio de sí el primer capítulo que ni siquiera contó con el acierto del alicantino con la espada.
En el cuarto Manzanares volvió a ser Manzanares y el de La Ventana no mejoró a los de El Puerto. Diferente hierro con el mismo collar; y comportamiento. Faena larga, protestada, y de nuevo con mal manejo de la espada, más de lo mismo.

Seguramente, para San Isidro será cuando cambie la tónica de los del Puerto de la Calderilla, por una o por dos, y si no para Otoño 2025

 

 

Plaza de toros de Las Ventas (Madrid). Cuarto festejo de la Feria de Otoño 2024. Toros de Puerto de San Lorenzo (1º, 2º y 6º), Ventana del Puerto (4º y 5º) y Juan Pedro Domecq ( 3º bis). 

• José María Manzanares (grana y oro), silencio y silencio

• Román (azul celeste y azabache), ovación con saludos y silencio

• Tomás Rufo (grosella y oro), silencio y vuelta al ruedo tras petición