¿Quién se habría atrevido el 16 de julio a decir que, justo cuatro meses después, Pedro Sánchez sería investido presidente del Gobierno por mayoría absoluta? Decirlo quizás más, pero pensarlo y creerlo posiblemente sólo él. Si tiene entrada en cualquier diccionario la locución 'animal político' y precisa fotografía acompañante, es obvio quién sería el protagonista.
Queda mucho ver en la próxima legislatura, así lo vaticinan la mayoría de los analistas políticos; algunos son optimistas y otros, cómo no, catastrofistas. Qué sopor con la ruptura del país. Hay que cubrir tantos minutos televisivos que da igual el momento en que pongas una tertulia, la que sea, que siempre está la matraca de romper España. No me gustan los nacionalismos, ni unos, ni otros, pero llevarlos al extremo de obligar a otra parte a estar contigo a la fuerza es un nivel superior. Qué poco amor propio.
Soberana idiotez es la que he escuchado hoy, dicha por una famosa tertuliana de cuyo nombre no quiero acordarme, y cuyo rostro me gustaría olvidar, de que nunca antes, jamás de los jamases, había visto así de dividida a España. En democracia, tuvo que apostillar. Casi se le olvida lo que hubo antes. Pues esta España, querida, siempre ha estado dividida, y es sano que así sea. La pluralidad es riqueza. Es que es darles un ratito la palabra y rápido se les escapa cuál sería su deseo. Todos iguales. Qué horror.
¿Y las manifestaciones? Nada, cuatro ultras. Quizás unos poquitos más, pero empujados a la calle por líderes de partidos políticos muy dignos y muy de España, muy de bandera, que no hacen ascos a las melodías de la dictadura y a las banderas preconstitucionales, ellos, los defensores de la Constitución. Poco han dicho de la banda de 'incel' que se refirieron a las ministras del PSOE. Benditos borregos. Espero que alguno de los presentes les dedicara un rosario al menos.
Puede repetir Feijóo que no quiso ser presidente porque no se vende, pero si no es presidente es porque abrió de par en par las puertas a la ultraderecha, la que blanquea toda la basura que sí rompe un país. Entre otras cosas. Dicho esto, solo me queda escribir: suerte, Presidente.