La participación de los forenses Valeriano Muñoz, Vicente Torrejón y Mariano Muñoz se antojaba decisiva para el porvenir judicial de José del Carmen Reyna, acusado por la Fiscalía de un delito de asesinato como subsiguiente al de violación y otro de agresión sexual. Los expertos despejaron ayer las dudas sobre la causa de la muerte, pero fueron flexibles sobre la posibilidad o no de la comisión de una violación contra Teodora Ichaccaya, clave para la petición de la prisión permanente revisable del ministerio público.
«No hay lesión vaginal ni anal», concluyeron los forenses tras el examen al cadáver. Las muestras evidenciaron la existencia en la vagina de semen de José del Carmen, quien justificó la presencia porque mantenía relaciones sexuales frecuentes con Teodora, como la noche anterior a la muerte. Ambos estaban divorciados desde hace muchos años, pero convivían y mantenían una relación sentimental. Ciertamente conflictiva. «Tóxica», apostilló un hijo en el juicio. Precisamente, la Fiscalía sostiene que los celos por un idilio de la mujer con un compañero de trabajo concurrieron como combustible del ataque. También, las ganas de ella de abandonar Mascaraque y regresar a Madrid a por una nueva vida.
Los expertos sí concedieron en una intervención de una hora y diez minutos de duración que las agresiones sexuales pueden ser cometidas sin rastro de violencia genital. No se apreciaron restos de semen en las bragas de Teodora, que estaban puestas del revés, con la etiqueta hacia fuera. Ni tampoco en el interior del vehículo, como detalló el equipo de Criminalística de la Guardia Civil. La Fiscalía sostiene que la agresión sexual ocurrió durante el estrangulamiento de la víctima en el coche.
«La asfixia es uno de los mecanismos de las agresiones sexuales con fallecimiento», indicaron los forenses. Los expertos del Instituto de Medicina Legal de Toledo confirmaron que Teodora murió asfixiada. «La causa de la muerte no es el atropello sino la estrangulación», aseveraron.
La víctima estaba ya muerta cuando sufrió el arrollamiento del coche. Los forenses explicaron que un atropello imprime en el cuerpo de la víctima heridas divididas en cuatro fases: choque, caída, atrapamiento y arrastre. Sin embargo, el cuerpo de Teodora presentaba únicamente lesiones compatibles con el aplastamiento y el arrastre. «La rueda comprime el cadáver con el suelo y saltan las costillas y la pelvis», apreciaron.
Entre las evidencias que permiten asegurar que Teodora estaba muerta durante el arrollamiento, es la ausencia de abundante sangre por el estallido y el desgarro del bazo durante el arrollamiento del coche. Aun así, pese a estar muerta, la descripción de los hechos estremecía. José del Carmen pasó parte del coche por encima de la mujer marcha atrás y patinó sobre el cuerpo porque las ruedas delanteras no pudieron saltar el cadáver.
Las fotografías expuestas en el informe de la Guardia Civil revelaron al jurado la posición del cadáver, con la mitad del cuerpo, del abdomen hacia abajo, atrapado bajo el coche. Teodora estaba boca arriba y con los brazos semiflexionados. El derrape de la rueda delantera izquierda dejó una abrasión totalmente visible en el costado izquierdo del cuerpo.
Los forenses levantaron el cadáver sin una conclusión, pero los análisis lograron identificar una compresión interna y profunda. El cuello no presentaba marcas, pero el examen descubrió una infiltración causada con una mano. La asfixia comprimió los vasos sanguíneos e interrumpió el flujo al cerebro. Así murió Teodora Ichaccaya.
«Fue una presión mantenida y fuerte, metiendo bien la mano», apuntaron los forenses para responder a las preguntas del abogado de la defensa, Carlos Alcázar, debutante en un juicio con jurado popular, como la fiscal, Marta Vargas.
Los expertos creen más factible que José del Carmen estrangulara a Teodora durante al menos un minuto y contra algo que ejerciera de contra resistencia, una opinión fortalecida por los hematomas en la cabeza. La presión impidió la circulación de los vasos sanguíneos al cerebro y sobrevino la muerte.
La Fiscalía sostiene que José del Carmen atacó sorpresivamente a la víctima dentro del coche en un camino apartado, pero el acusado aseguró en la primera sesión que ambos salieron del vehículo durante una discusión y la agarró del cuello para repeler la actitud amenazante de la mujer. En su versión, dejó entrever que fue una agresión mínima. «Cayó desmayada», dijo.
«Lo más lógico es que estuvieran uno enfrente del otro dentro o fuera del coche», apuntaron los forenses. La víctima tenía en las uñas restos con ADN de José del Carmen. Puede interpretarse como muestras de defensa.