«China empezará a implantarse en Europa para evitar aranceles»

L.G.E.
-

El director territorial del ICEX en Castilla-La Mancha, Pedro Antonio Morejón, señala que «los flujos comerciales se están reestableciendo a pesar de Ucrania, Oriente Medio, del transporte y de todo»

«China empezará a implantarse en Europa para evitar aranceles» - Foto: Javier Pozo

Da la impresión de que Pedro Antonio Morejón podría estar horas hablando de comercio internacional. El director en Castilla-La Mancha del ICEX (el Instituto de Comercio Exterior) transmite verdadera pasión por esa parte de la economía que viaja entre fronteras, como si estuviera contando las aventuras de los tiempos de los antiguos exploradores, o de la conquista del espacio, pero ahora con empresarios. A las empresas exportadoras de la región las ve como un cometa, con una cabeza formada por las empresas regulares y de mayor tamaño y con una estala de empresas que las van siguiendo, de las que algunas acaban perdiéndose y otras ganando peso e incorporándose al núcleo fuerte. 

Las exportaciones bajaron el pasado año, pero en este ejercicio se han recuperado. Casi sorprende que teniendo las mismas incertidumbres, 2024 no pinte mal ¿a qué se debe?

Fíjese en lo que hemos pasado desde 2020. Primero la pandemia. De pronto nos damos cuenta de que los contenedores que se habían parado, ahora no están en disposición y, por tanto, el transporte marítimo empieza a ser un cuello de botella en 2021.  En el 22 Rusia invade Ucrania, es decir, un conflicto en Europa. Llega 2023 y conflicto en Oriente Medio, que tuvo un efecto inesperado y más grave de lo pensado, no sobre la energía, sino sobre el transporte marítimo. Nos dimos cuenta de que gran parte del transporte marítimo pasa por el canal de Suez, la zona caliente, con problemas en el Mar Rojo de buques que venían sobre todo de Asia hacia Europa. Eso ha más que duplicado el coste del transporte marítimo y le ha añadido veinte días. 

«China empezará a implantarse en Europa para evitar aranceles»«China empezará a implantarse en Europa para evitar aranceles» - Foto: Javier PozoLo cierto es que la crisis de Oriente Medio tuvo un efecto poco esperado que afectó a las cifras que teníamos previstas para final de año de España y un poquito más en Castilla-La Mancha. Pero a pesar de todos los sinsabores lo cierto es que seguimos vendiendo, quizá no tanto a China, pero sí más a Europa, pero también a Estados Unidos y Canadá, donde hemos crecido como nunca lo habíamos hecho. Todo esto está revirtiendo la situación. Teníamos previsto que creciéramos un 3%, pero según han ido pasando los meses he visto que esto iba a más.

La incertidumbre sigue siendo tremenda. Lo que pueda ocurrir con las elecciones norteamericanas no ayuda. Tenemos los dos conflictos bélicos abiertos y en escalada. Y todavía no ha afectado al petróleo porque a nadie le interesa una crisis del petróleo bis como en el 73. Mezclas todo eso y tienes que las empresas siguen pensando que salir fuera es importante, pero con los amigos, con los cercanos.

Volver la mirada a los mercados de países cercanos o amigos suena bien, ¿no?

Sí, suena razonable. Para mí la diversificación es un bien, pero ahora estamos en un momento en que el partido está complicado y yo me agarro a mis amigos, a los cercanos, a los que siempre han sido mis clientes o proveedores. Cuando empezamos el año prácticamente solamente Europa, EEUU y Canadá arrojaban cifras claramente positivas. También un poquito Japón, pero es otro país occidentalizado fiable, y se ha sumado Corea del Sur. Se van incorporando algunos otros, como India, que todavía no es la potencia comercial que será, porque quiere jugar un papel que no sea solamente el amigo de Rusia. Marruecos empieza a funcionar. Con Argelia ya hay relaciones diplomáticas. Ahora queda Latinoamérica, que está fatal, incluyendo México. Y esto que está pasando no va a ayudar. Tenemos que ser optimistas. Se está confirmando un reestablecimiento de los flujos comerciales a pesar de Ucrania, de Oriente Medio, del transporte y de todo.

Hace un año comentaba que Marruecos era la gran apuesta de España, pero que no terminaba de funcionar. ¿Ahora parece que sí?

Marruecos se está comportando mejor. El problema es que está en una zona enormemente conflictiva. Es el bastión que resiste más o menos a todos los intentos de extremismo religiosos y toda Europa ha intentado cuidarlo y mimarlo. Ahora mismo la apuesta con Marruecos que tenemos es más que la de temas económicos. Eso ha hecho que nos decantemos de una manera muy explícita sobre temas políticamente conflictivos, que ha causado la reacción de Argelia y nos ha llevado meses de negociación interna muy dura. También Marruecos nos presiona, pero lo ha hecho toda la vida. En 2024 las cifras empiezan a ser más positivas de lo que habían sido meses atrás, de lo cual nos alegramos, pero creo que juega un papel más importante por los temas de inmigración o de implantación de empresas españolas y todo hace que tengamos que transigir en temas de ciudadanía, Ceuta y Melilla, los temas de toda la vida. Es un vecino conflictivo con el que tenemos la obligación de llevarnos bien.

Vamos casi a conflicto diplomático por semana con algún país de Latinoamérica. Estos cruces dialéticos ¿realmente afectan al comercio entre empresas?  

Afortunadamente el mundo económico y empresarial, no digo que tenga vida propia, pero sabemos superar y conciliar cuando parece que hay una refriega. Cuando pensábamos que de las elecciones mexicanas había salido un perfil de Ejecutivo con el que podíamos llevarnos perfectamente bien, de pronto hay un no sé qué, un golpe inesperado. Ahí la diplomacia tiene que saber contemporizar. La diplomacia es el arte de conseguir llevarte bien con los que no son tan amigos. Y dejar que el tiempo amaine. El caso es que Estados Unidos y Canadá van muy bien y no es posible que en México esté cayendo un 15 por ciento nuestras exportaciones actualmente. Eso hay que reconvertirlo porque con México tenemos relaciones muy estrechas de muchísimas empresas y muchísima inversión. Dejaremos que todo esto se vaya apagando…

Que surja otra historia en otro lugar...

Exactamente. Nuestros mayores conflictos bélicos los hemos tenido con Francia. Europa tiene el mayor número de conflictos ante la Organización Mundial del Comercio con EEUU que ningún país del mundo, pero nos llevamos bien.  La vía política, las reivindicaciones de todo tipo van por una senda y luego el interés de los ciudadanos, de las empresas, de la inversión van por otro afortunadamente. Para Latinoamércia España es su principal valedor ante Europa. Obviamente con cualquier país latinoamericano España va a tener una empatía muy superior a la de Alemania, Austria o Finlandia. Eso lo entiende cualquiera. A veces, como tienes confianza, entras en un conflicto dialéctico. Al final con el paso del tiempo se confirma que no haber alimentado la hoguera ha sido una buena decisión.

En los últimos meses estamos viendo muchas delegaciones chinas venir por aquí. ¿Qué andan buscando?

China está siguiendo lo que hizo Japón. Occidente se instaló en Japón y empezaron a hacer herramientas, máquinas de fotos. Cuando ya lo saben hacer y nos lo quieren exportar, les decimos que eso arruina nuestro sector industrial. Entonces Japón empieza a instalarse en Europa, con fábricas para ensamblar y construir productos con maquinaria y tecnología japonesa, pero hechos en Europa. Por lo tanto, entran a la libre circulación. China quiere un poco eso. Ellos hacen coches de manera más barata que nosotros y nos lo quieren exportar. Aquí les ponemos un impuesto. ¿Qué hacen?  Están buscando sitios donde implantar empresas de fabricación de vehículos eléctricos en Europa. China va a empezar a implantarse en Europa para que sus productos no se vean gravados por las medidas arancelarias que les queramos imponer. 

China tiene otra ventaja, que tiene el dinero del mundo. Tiene muchísimo capital, porque exporta mucho, le entra mucho dinero y lo tiene que sacar porque si no, la inflación se lo comería. Necesita invertir fuera. Está invirtiendo en América en grandes explotaciones y yacimientos de materias primas. Y en Europa, que somos más flexibles, más abiertos, vendrán a implantar empresas de capital chino, con colaboraciones con empresas europeas o comprándolas. Así se escribe la historia.

¿Tiene que estar preocupado el sector automovilístico con China, al igual que pasó con el calzado o el textil?

Sí. Europa era muy buena fabricante de vehículos, pero de repente aparece la tecnología eléctrica o híbrida. Las grandes fábricas europeas, que han intentado hacer un gran esfuerzo para cambiar de tecnología, se encuentran con que el cliente, nosotros, no se lo compramos. La evolución de compra es muchísimo menor de lo esperado. El motivo fundamental es que todos los eslabones de la cadena no están alineados. No somos un país escandinavo que tiene la calle llena de cargadores. Queremos darle un empujón y te viene China y te vende el coche eléctrico mucho más barato, porque también el precio ha sido un hándicap. A veces el empuje político se separa de las realidades económicas y del ciudadano. Y la realidad se impone.

El campo reclama cláusulas espejo para que se pongan las mismas exigencias a los alimentos de fuera ¿es viable?

En primer lugar, aquí ha jugado un papel importante el consumidor. Estábamos acostumbrados a que todo lo alimentario fuera barato. Antes te podías comprar un kilo de muchas cosas por un euro o un euro y medio. Ahora están en los 2, 2,5 o 3. Eso ha llegado para quedarse. La fruta no volverá a costar 0,99 el kilo de peras. 

En segundo lugar, Europa es una máquina de hacer acuerdos comerciales. Tiene acuerdo con casi todo el mundo, generalmente con países más pobres que lo que quieren es venderte sus productos agroalimentarios, porque no tienen maquinaria y herramientas, ni energías alternativas, ni componentes electrónicos.  Lo normal es que no sea así, es que tú les vendas equipamiento y ellos te vendan cocos y mangos. ¿Cómo entran a Europa? Pues más baratos.  Evidentemente ellos no cumplen la enorme normativa que tiene Europa de todo tipo. La felicidad de las gallinas europeas no puede ser igual a la felicidad de las gallinas de cualquier país latinoamericano. No puedes exigir exactamente lo mismo a un agricultor que está subsistiendo en un país latinoamericano. Siendo honesto, es que en la zona del centro de África se calientan con excrementos de animales ¿qué le estás pidiendo de que los componentes energéticos sean medioambientalmente aceptables y no produzcan gases de efecto invernadero? 

El aceite está en buenas cifras de exportación este año y un papel importante lo juega Italia. ¿Qué hay de verdad en lo de que nos compran el aceite barato, lo embotellan y luego lo venden más caro?

Italia es el paradigma de la comercialización, de cómo conseguir que tú, por el hecho de que este producto tenga una marca de manejo, embotellado en Italia, se pueda vender a un precio mucho más elevado cuando el aceite es español, tunecino o de algún otro país. Es un producto que nos va a dar muchas alegrías este año. El hecho de la subida de precios lo ha recolocado en un lineal de mayor calidad. Nos puede venir bien. El próximo año nos vamos a encontrar precios más razonables, importantes para el consumidor local porque todos hemos dejado de consumir un poco de aceite. Nunca vamos a tener ya el aceite de oliva a los precios de hace dos años. Se ha recolocado en un nivel superior.

Tenemos que hacernos valer, promocionarnos, que en Estados Unidos es muy importante, y aprovechar esa bendición que es el turismo. Vienen personas a nuestro país, aliñan sus ensaladas, les gusta, es más dietético y cuando van a su país lo quisieran comprar, pero a un precio más razonable que el italiano, aunque puede ser un poco más caro que el tenía hasta ahora.

¿Pasa a la inversa con el azafrán? Porque somos productores, pero importamos de otros países...

Importamos muchísimo además. España es un pequeño productor de azafrán Mancha. Es un producto delicatessen. Y somos un gran exportador de azafrán manufacturado. Hay empresas españolas que lo compran de otros países, lo limpian, lo envasan y lo venden, pero no como azafrán Mancha porque sería ilegal. Actuamos como los italianos con el aceite.