Illa ha ganado las elecciones, ERC se ha hundido irremediablemente, Puigdemont ha logrado un gran resultado para Junts, y el PP ha logrado ir más allá de lo que esperaba. Todo el mundo está de acuerdo con el diagnóstico, al que se suma que los partidos independentistas han quedado por detrás de los partidos españolistas. Por no decir constitucionalistas, porque el PSC ha rozado la inconstitucionalidad en varias ocasiones, más por Sánchez que por Illa.
En ese escenario, lo natural es pensar que se producirá un acuerdo entre el PSC y ERC, porque socialistas y republicanos han ido de la mano en los últimos tiempos y ERC ha sido el principal apoyo de Sánchez en esta legislatura y la anterior. Pero todos los ojos están puestos en Carles Puigdemont.
En las semanas últimas, ha reiterado que si no es presidente, provocará la caída de Pedro Sánchez, añadiendo que él no cambia de criterio: lo que dice lo hace, y recuerda la larga lista de condiciones que puso a Sánchez para que contara en el Congreso con los 7 votos de Junts. Indulto, amnistía después, infraestructuras para Cataluña y un largo etcétera.
Esa amenaza de Puigdemont es lo que hoy preocupa a los socialistas, y se ha agravado al anunciar Puigdemont que se presentará a la investidura, y Pere Aragonés, el todavía presidente de la Generalitat, que deja la política. La situación se ha enredado significativamente, y es difícil pronosticar qué puede ocurrir.
Desde Junts recuerdan a Sánchez que gobierna sin haber ganado las elecciones, y la decisión de Puigdemont de intentar ser nuevamente presidente indica que pretende emular al actual inquilino de la Moncloa. La diferencia es que a Sánchez le salían los números para imponerse al PP, pero nunca se sabe a dónde pueden llegar las presiones y componendas de alguien dispuesto a gobernar contra viento y marea. Y en capacidad de maniobrar, no se sabe si se mueve mejor Puigdemont o Pedro Sánchez.
La lógica obliga a dar por seguro que Salvador Illa no tendrá dificultad para convertirse en presidente de la Generalitat, a pesar de que su primer socio in pectore, ERC, ha advertido que luchará por potenciar el partido desde la oposición. Aunque puede ser un brindis al sol, para vender mejor así su apoyo al PSC si llegara el caso y conseguir más poder si se planteara gobernar con Illa. Pero que Puigdemont de un paso adelante coloca en una situación muy complicada a ERC, que tendría que decidirse por un partido españolista, PSC frente a un independentista, Junts. Una situación que debe inquietar a Pedro Sánchez, que se mantiene en Moncloa gracias a Junts y ERC, y que hoy son adversarios entre sí, y además deben posicionarse respecto a Salvador Illa.
Hasta después de las europeas Sánchez no quiere negociar nada, ni con nadie, sobre el futuro del gobierno catalán, aunque en buena ley esas negociaciones corresponderían a Salvador Illa. Y hablando de negociaciones, no se puede descartar que ante la convulsión política catalana, Illa tenga la tentación de mirar hacia Génova…