La común inquietud de las casas exportadoras

Á. de la Paz
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Compañías de diferentes sectores con intereses comerciales en Estados Unidos desconocen el alcance de la medida y confían en un acuerdo que suavice la tasa añadida de hasta el 20%

El vino es uno de los productos que más se exportan desde la provincia a Estados Unidos. - Foto: Ingrid Fernández

Las empresas de la provincia con intereses en el mercado estadounidense esperan que la situación de incertidumbre generada por la imposición de aranceles se aclare en las próximas semanas. «El impacto está por determinar», apunta Bienve Muñoz, director técnico y gerente de Bodegas Muñoz, ubicada en Noblejas.

La cantidad de vino que envían al otro lado del Atlántico no supone «un volumen grande», explica Muñoz. El aporte estadounidense supone menos del 5% de la facturación de la compañía. Entretanto, «los importadores todavía no se han manifestado», una circunstancia que añade incertidumbre. Antes del 2 de abril, la fecha en que Donald Trump firmó la orden ejecutiva que ha trastocado el comercio global, los distribuidores que llevan los vinos de Muñoz a Estados Unidos incrementaron sus compras para reforzar los stocks disponibles.

En cualquier caso, el repunte tarifario no supone para la matriz toledana una preocupación similar a la que se cierne sobre otra compañía con sede en La Rioja y en cuyo accionariado participa. En esta empresa, una tercera parte de su volumen de negocio se destina a la exportación a Estados Unidos.

Muñoz se retrotrae al precedente que supuso el primer mandato de Trump. En aquel momento, la limitación para vender vino se concretó en la imposibilidad de exportar caldos con graduaciones bajas, una medida que trataba de fortalecer la producción autóctona, más ligera por su menor exposición al sol. «Hicimos una producción de más graduación para vender allí», recuerda el bodeguero.

En el sector vinícola temen que sean los productores de Argentina, Chile o Australia los que resulten mejor parados y mejoren su cuota de mercado entre los consumidores locales. «La posición de los otros países», como enuncia Muñoz, también determinará la posición española.

Bodegas Muñoz opera desde hace un cuarto de siglo en Estados Unidos. Las recientes ferias internacionales del vino celebradas en París y Düsseldorf señalaron a la primera potencia económica como la región geográfica con mayor «perspectiva de crecimiento». La sociedad toledana tiene en Alemania, Países Bajos y Suiza a sus principales compradores en el extranjero, aunque se trata de mercados maduros y con perspectivas algo menguantes. Las halagüeñas previsiones, sin embargo, se han enfriado. «Estábamos adaptando las etiquetas de nuestras botellas; ahora estamos esperando», cuenta Muñoz.

En la misma línea se manifiesta Carmen Corcuera, responsable de Quesos Corcuera. «Aún no sabemos la repercusión, es pronto», subraya. La responsable de la empresa agroalimentaria radicada en La Puebla de Montalbán relaciona la suerte de sus productos con el vino o el aceite, otras dos referencias amenazadas por los aranceles. «¿Perderá mercado? ¿Cuánto? No lo sé», relata.

Por su parte, José Carlos Sánchez, responsable de Manufacturas Anframa, empresa toledana dedicada al damasquinado, también lamenta la incertidumbre generada por el anuncio del presidente estadounidense. En cualquier caso, prevé «más peligro» en los efectos de una potencial recesión. La posibilidad de que la primera economía mundial se contraiga implicaría «menos visitas turísticas» por parte de sus nacionales. Además, aquellos que optaran por España lo harían, presumiblemente, con menor poder de compra por la esperada devaluación del dólar respecto al euro.

El también representante de los fabricantes de damasquinados confía en una entente que contente a las partes en liza. «Se sentarán, habrá acuerdos», augura. Además, Sánchez no contempla tantos riesgos para su actividad como los que afrontan otros negocios, especialmente los relacionados con el sector agroalimentario.

Los principales destinatarios de damasquinado se encuentran en Oriente Próximo y el continente asiático. Estados Unidos es un buen cliente, aunque languidece frente a los anteriores. Sánchez recuerda que en el país norteamericano Disney es uno de sus principales compradores.

«No es una cosa súper alarmante; choca y duele, pero esperemos que no se mantenga en el tiempo», apuesta Sánchez, quien confía en un cambio positivo en el corto plazo que disipe las dudas.