La regulación y autorregulación del sector del vino, debe venir, de una conciencia humana de la cultura de la empatía (el buen rollito). Sin embargo, la palabra empatía no entra en el lenguaje práctico de la economía, realmente tan sólo entra dentro de la economía la palabra empatía, en el lenguaje teórico de las palabras que se usan para llevar al engaño, dado que el engaño en verdad no es una mentira, pero es una estratagema para el convencer al otro que es más ingenuo o buena persona, en confiar de plano, respecto de lo que se está realmente realizando. Algo semejante a lo que pasa en el campo de lo que se conoce como la diplomacia o en la política diplomacia, o hasta en la religión, que en verdad sean estas del orden que sean por lo general siempre se maneja el aspecto de cierto engaño, o mejor dicho de una casi verdad, sabiendo que, lo 'casi', puede ser mucho o poco, y también hay que tener en cuenta que el engaño es en esencia, primo hermano de la mentira, y la mentira es todo lo contrario a la verdad. Pues, en este juego de palabras, en resumen, el arte del embrollo, lo no claro o el lío, en el cual estamos viviendo de continuo la sociedad, tan solo quienes organizan, dirigen, o peor y aún más ruin, los que miran a otro lado, son los que se benefician de todo de su beneficio, y de la pérdida o no ganancia del otro, por tanto, un mayor beneficio, edulcorándolo de 'buenrollismo', de ser 'progre', de ser 'empático', cuando en la verdad verdadera es en realidad una mentira, sabiendo ya de quien es prima hermana. Y todo esto bajo el amparo de la legal legalidad, dejando siempre al débil, eso débil, pero haciéndole creer que todo lo que se hace es por su beneficio, y con el mensaje supremo de que en un futuro próximo (que nunca se llega a él) todo va a ser mejor. Por supuesto, siempre en ese futuro, va a ser mejor, pero sólo para esa minoría que mueve, dirige, manda órdenes y dice hasta donde se puede o se debe actuar, siempre desde el parámetro de que todo es lo mismo para todos, y que ese mismo se lleva a cabo para todos los de arriba y los de abajo, los de un lado o los del otro, los más débiles o los más fuertes, con medidas restrictivas y coactivas, que en la práctica solo se practican en la parte más débil. Por todo ello, en apariencia se nos cuenta que todo es mejor que antes, pero realmente 'todo' si no es igual, es peor que antes. En concreto en este sector del vino, en todos sus aspectos, los números son los que son y la situación es la que es, tan solo hay que ver, como es la trayectoria año a año del sector desde que se tienen registros, y ciertamente no responde a las palabras que nos cuentan. Pero ya se sabe, una cosa son las palabras y otra cosa son los hechos, unos son los compromisos o promesas, y otros son los resultados y lo real del día a día…