A oscuras por Reino Unido

M.G
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La Delegación Territorial de la ONCE ofrece un paseo 'a ciegas' a periodistas para que sientan en primera persona las barreras en las calles. Desde la entidad piden actualizar la Ley de Accesibilidad y mayor implicación de las administraciones

La ONCE organiza un paseo 'a ciegas' con periodistas para sensibilizar sobre las barreras en las calles - Foto: Yolanda Lancha

Un paseo con bastón. No se trata de una ruta senderista con bastones de trekking, más bien de intentar caminar poco más de cien metros cuesta abajo sin ver, intentando no desorientarte y sorteando todo tipo de obstáculos que suelen pasar desapercibidos a ojos de cualquiera. El reto bien podría llamarse 'A oscuras por Reino Unido',  pero, en realidad, el objetivo principal es ponerse en la piel de una persona ciega o con resto visual, salir a la calle y sentir sus logros, sus dificultades y las necesidades que muchas veces quedan silenciadas a pesar de la importancia. 

La Delegación Territorial de la ONCE organizó ayer un paseo 'a ciegas' para periodistas con la intención de visibilizar las barreras que todavía se encuentran las personas con discapacidad visual, reivindicar la actualización de la Ley de Accesibilidad que parte de 1994 y necesita «ser del siglo XXI», y acompañarla de un fondo regional de accesibilidad.

El manual básico para afrontar el paseo con bastón y antifaz exige nociones básicas para intentar mantenerse en línea recta por la acera, buscando siempre la cercanía de la pared, aprender a mover delante y de derecha a izquierda el bastón buscando obstáculos, identificar las baldosas que anuncian con formas circulares los pasos de peatones y hacerse con distintas referencias para caminar con cierta seguridad y salvar obstáculos que pueden atragantarse.

La ONCE organiza un paseo 'a ciegas' con periodistas para sensibilizar sobre las barreras en las callesLa ONCE organiza un paseo 'a ciegas' con periodistas para sensibilizar sobre las barreras en las calles - Foto: Yolanda Lancha«Solemos decir en broma que estamos en la era de la inteligencia artificial, pero únicamente el 5% de los semáforos son accesibles (sonoros) en España», comentó el presidente del Consejo Territorial, José Martínez Martínez, poco antes de comenzar la actividad con más de una decena de periodistas.

La calle. La primera vez que se recorren cien metros en la calle Reino Unido con la ayuda de un bastón canadiense como guía se tarda más de media hora. El paso se vuelve muy lento y vacilante y la mano del bastón suelta su nervio haciendo arcos delante para evitar chocarse con una farola, un alcorque, una papelera o cualquier mobiliario de la acera. Calcular los metros recorridos es una aventura y obliga a agudizar el oído para saber si el final de la calle está cerca por la intensidad del tráfico rodado.

Pasear con seguridad es un objetivo imposible por mucho que se intente. «Las personas con discapacidad visual se encuentran verdaderas barbaridades en la calle», explicó Daniel Hormigos, técnico de rehabilitación de la ONCE, uno de los 1.500 expertos que ayudan y fabrican «un traje a medida» para recuperar de nuevo su día a día, como apunto Martínez, a todas aquellas personas que por accidente, enfermedad o cualquier otra causa pierden la vista por completo o se quedan con resto visual, es decir, con un máximo de 10% de vista.

«Hay que conseguir que sean lo más autónomos posible», según Hormigos, pero ahí las administraciones tienen mucho por hacer todavía aunque se estén esforzando en accesibilidad y en buscar la mejor manera de convivencia para el peatón y el vehículo.

La voz de Daniel hace de guía en el paseo cada vez que alguien se para, se desubica o se empeña en chocar el bastón una y otra vez con alguna verja o pared. Escuchar es fundamental en el paseo porque cualquier sonido puede salvar un tropiezo. El primer objetivo bajando la calle Reino Unido es localizar el paso de cebra anunciado con una baldosa de distinta textura. 

«Resulta difícil porque la acera de esta calle es muy rugosa y encontrar el cambio de baldosa se complica», explicó Daniel, muy pendiente de que ningún periodista se echara a la carretera antes de tiempo. El peligro, más allá de aprender a ubicar el paso de peatones, se encuentra también en las prisas y la velocidad a la que circulan los conductores, un riesgo sobre el que también es necesario tomar conciencia colectiva.

Una vez salvado el paso de cebra el paseo se dificulta por la cantidad de accesos a urbanizaciones privadas. A esto se añade la estrechez de paso entre una farola y un alcorque, la baja altura de una señal y las baldosas levantadas o movibles que aparecen como una amenaza más.

El paseo finaliza más de media hora más tarde en la intersección entre la calle Reino Unido y la Avenida de Irlanda. Ahí la cosa se pone seria con tanto tráfico y con algunas barreras más. La prueba ha sido más o menos superada, pero con tensión, miedo e inseguridad. La calle necesita mejoras para todos.