El 21 de noviembre de 2022 tiene lugar la ceremonia inaugural del Mundial de Qatar:Gianni Infantino, presidente de la FIFA, se sienta en el palco de autoridades entre el emir de Catar (Tamim Bin Hamad Al-Thani) y Mohamed Bin Salman, príncipe heredero de Arabia Saudí. Un gesto simbólico y muy polémico al tiempo, porque Bin Salman está considerado el instigador del brutal asesinato del periodista Jamal Khashoggi en el consulado de Estambul en 2018.

La imagen 'ensuciaba' el camino de la FIFA a lo que el propio Infantino llamó como «una reconstrucción» tras los escándalos de corrupción que terminaron con Blatter (el que dijo «Fue un error darle el Mundial a Qatar» entre rejas). 

Con la sombra de la sospecha sobrevolando sobre la FIFA, la UEFAdel implacable Aleksander Ceferin mantiene su recelo sobre el fútbol árabe y la brutal inflación con la que está montando su campeonato. De momento, no siente esa amenaza: «Creo que Arabia está cometiendo un error. Deberían invertir en academias, entrenadores y educar a sus jugadores. Ir de compras no mejorará su fútbol. China cometió el mismo error. No todo se trata de dinero. Los jugadores quieren ganar las mejores competiciones. Y estas están en Europa. Dime un jugador que sea 'top', de edad 'top' y que comience su carrera y se haya ido a jugar a Arabia Saudí. A estos futbolistas no los perdemos. Todavía juegan al fútbol. Al final de su carrera, algunos jugadores ven Arabia para ganar algo de dinero». 

En el medio neerlandés NOS, Ceferin se refirió a un posible 'tope salarial' universal, al estilo del que se emplea el la UEFA: «Sería absurdo e injusto que dos o tres clubes que tienen recursos ilimitados lleguen a un presupuesto de 5.000 o 10.000 millones de euros. Los torneos ya no serían interesantes. En Europa, todos los clubes, todos con los que hablé, están de acuerdo con eso». Ceferin no muestra preocupación, pero sí una lógica inquietud.