Sin el equipo de gobierno de la Corporación que presidió la alcaldesa Milagros Tolón la semana del 10 al 16 de marzo en el calendario del PP no hubiera existido. Hubiera sido un espacio en blanco como es lo habitual desde que el PP y Vox formaron gobierno. A lo sumo hubiera sido una semana con alguna de las promesas difusas con las que al alcalde intenta embaucar a los ciudadanos de Toledo. A falta de proyectos reales, declaraciones exageradas. Se inauguró la reforma del pabellón polideportivo municipal de la antigua Escuela de Gimnasia, un proyecto diseñado y aprobado por la anterior Corporación Municipal. Se aprobó la ampliación de suelo industrial en el Polígono, una iniciativa de la anterior Corporación que se remonta al año 2021 y, por último, el Ayuntamiento, se sumó a las alegaciones de la Junta al tren de Lisboa por Toledo que son semejantes a las alegaciones que habían formulado la anterior Corporación de Milagros Tolón y que la misma Comunidad aprobó. Ambas alegaciones, las de la Corporación de antes y las actuales de la Junta se parecen, aunque se diferencian en algunos matices con consecuencias de futuro entre una y otra propuesta.
En el asunto del tren a Lisboa, a su paso por Toledo, el actual equipo de gobierno se ha colocado de perfil. Se ha posicionado como el árbitro en una partida de ajedrez en la que se juegan intereses que afectan a la ciudad. La cosa ha terminado con el Ayuntamiento de Toledo sumándose atropelladamente a las alegaciones de La Junta, que se asemejan a las alegaciones del anterior equipo de gobierno del PSOE. En una cuestión tan grave el actual Ayuntamiento ha desaparecido y dejado que sean los ciudadanos quienes digan lo que les parecían las diferentes propuestas del ministerio. Y es que, desde las últimas elecciones municipales, Toledo tiene un gobierno fantasma, cuyo alcalde se dedica contarnos grandiosos proyectos futuros antes que nimias realidades presentes como arreglar calles, aceras y plazas, combatir las ruinas del centro histórico, etc., etc.
Para no correr riesgos sobre el proyecto del tren hacia Lisboa a su paso por Toledo el equipo de gobierno ha elegido el funambulismo y la confusión. Ha optado, al más depurado estilo de Trump, por la palabrería. Ha ignorado deliberadamente los trabajos y propuestas del equipo anterior municipal y ha esperado hasta el último momento para sumarse a las alegaciones de la Comunidad Autónoma. Eso sí, ahora las presenta como suyas. Hace alardes el alcalde de haber realizado reuniones con más de treinta colectivos locales para fijar una posición que no es la suya, porque es de otros. Ha optado por declaraciones generales que cualquiera puede aceptar: que las obras de infraestructura del trazado no afecten el paisaje de una ciudad patrimonio de la humanidad; que la estación de Santa Bárbara siga recibiendo pasajeros como hasta el momento; que no afecte a los usuarios de estos servicios que utilizan el tren para ir o venir de Madrid y que no impida la conexión con otros ramales de tren que se dirigen hacia Andalucía. Consideraciones que se ya se contemplaban en la alegaciones del equipo de gobierno anterior. En Toledo lo único que se está realizando son los proyectos que otra Corporación dejó preparados. Lo demás es improvisación, confusión y anuncios gaseosos. Lo que incita a temerse lo peor. Los próximos años pueden estar llenos de promesas vacías, de proyectos grandilocuentes vendidos con lazos de colores y decoraciones de purpurina. ¿Podrá una ciudad como Toledo, tan necesitada de ideas, de proyectos, de inversiones, progresar solo con anuncios estratosféricos, declaraciones impactantes y ninguna gestión concreta?