Passini pide señalizar y proteger los restos del Sofer

J. Monroy
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El historiador francés destaca la desazón de los turistas judíos cuando no son capaces de identificar el muro de la antigua sinagoga y ven un espacio lleno de basura y broza

Passini pide señalizar y proteger los restos del Sofer - Foto: David Pérez

Los restos de la desaparecida sinagoga del Sofer, recuperados por el Consorcio de Toledo en 2010 están siendo tristemente noticia durante los últimos meses por las quejas de algunos guías por su abandono y su suciedad. La última voz que se ha alzado es autorizada. Se trata de la del historiador francés Jean Passini, la persona que señaló la existencia de la sinagoga en este lugar antes de que las excavaciones arqueológicas lo confirmaran.

Passini contempla apesadumbrado unas ruinas sin protección, llenas de basura y broza. Incluso está surgiendo una parra entre los restos. Además, están «olvidadas en la memoria», dado que no están señalizadas. De ahí que, se lamenta,  cuando los judíos que visitan Toledo ven el abandono y el descuido en el que está sumido su antiguo templo se van dolidos. Lo ha podido contemplar varias veces. Su petición, por lo tanto, es doble, que por un lado se protejan los restos del Sofer, y por otro se señalicen correctamente.

El Sofer, apunta el historiador, fue una sinagoga muy importante en época medieval de la que no se conoce casi nada por carencia de documentación. Descubiertos por fin, hoy están bajo unas tablas de madera que permiten su observación (aunque no están indicados) y también permiten que caiga basura sobre ellos.

El espacio subterráneo permanece abierto y sin control de acceso, lo que permite visitas turísticas o que cualquiera pueda recoger un objeto si se le cae entre las tablas del suelo superior. Pero eso también facilita que el lugar esté lleno de basura y sea utilizado para diversos fines. Por el suelo aparecen bolsas de comida, papeles e incluso preservativos. Hay pintadas en el muro, basura en el suelo, y por unos aljibes casi vacíos. La entrada al adarve carece de la cadena que impedía el paso y se han caído los puntales que lo aseguraban.

Además, la broza va creciendo sobre el lienzo de la antigua sinagoga, del que también sobresale una pequeña higuera. «Que crezca maleza sobre los restos no es señal de respeto», apunta el historiador. La situación llega a tal que incluso se ha plantado un árbol sobre los restos, un 'árbol de Judas', para más inri. Las raíces, apunta el historiador, pueden dañar los restos.

La primera reivindicación de Passini es, como no podía ser de otra forma, que se protejan estos restos tan importantes para los visitantes judíos y que se limpie el lugar. El francés no cerraría este acceso, porque «es interesante que los judíos puedan bajar a un lugar que ha sido importante en su historia». Eso sí, unos restos cuidados, «porque si no se cuida, invita a que ca vez esté peor». Quizás se podrían sustituir los listones superiores de madera por un vidrio para que los turistas puedan ver los restos, cuidados esos sí, «porque para un judío es muy importante verlo».

E importante sería también poner al lado un plano de la sinagoga y que se señalicen las ruinas. En su momento el Consorcio sí situó un cartel explicando sucintamente lo que era el Sofer, pero «ha desaparecido en cuatro días».

El francés finalmente apunta al nombre de la plaza, dedicada hoy al Reencuentro. A su juicio, debería dedicarse al Sofer, algo muy importante para los judíos, dado que es el libro sagrado. La plaza del Reencuentro podría ser cualquier otro espacio de Toledo, incluso uno significativo, como la plaza del Ayuntamiento.

Descubrimiento. Passini predijo la situación de la desaparecida sinagoga del Sofer cuando la actual plaza era todavía una parcela vallada, propiedad de la Cámara de Comercio. Desde época de Isabel la Católica, no se podía construir, comprar, ni siquiera cuidar, las parcelas donde había habido una sinagoga. Son parcelas, como esta, que se convirtieron en escombreras y fue subiendo el nivel del suelo. Como en Valdecaleros o Golondrinos, comenzó la sospecha de que, bajo tierra, podía quedar algo de un edificio desaparecido. En este caso, estudiando el parcelario, Passini se percató de que la calle del Ángel era una calle comercial muy importante en época medieval, conocida como calle de los Adarves. A ambos lados tenía las juderías nueva y antigua y de forma perpendicular, adarves por los que por la noche todo desaparecía. Los libros de historia hablan de una 'muralla' como límite de la Judería Mayor, que el historiador pensó que podía ser esta calle del Ángel.

Además, dos documentos hablan de la sinagoga del Sofer, que lindaba con la casa de la Higuera. En la Judería toledana había al menos tres casas con este nombre. El historiador no encontró su situación exacta, hasta que en documentación de Santo Domingo 'el Real' descubrió casa de la Higuera propiedad de la orden que lindaba con la sinagoga estaba frente a las caballerizas de San Juan de los Reyes. Finalmente, el historiador recordó que la puerta del Pelícano de San Juan de los Reyes históricamente no estuvo pegada a la fachada, como ahora, sino que sobresalía en perpendicular. Probablemente, coincidiría con el arco de entrada a la calle los Adarves y la Judería.

Todo cuadraba y cuando el Ayuntamiento fue a dotar a la zona de juegos infantiles, Passini pasó su documentación al arqueólogo, Carlos Barrios, que, efectivamente, lo confirmó todo. Al final, bajo la plaza salieron los restos de la casa de la Higuera, pero también el muro de la Judería, integrado en una vivienda, muros de la antigua sinagoga y dependencias de la misma, como un horno, el espacio de siete tinajas en una bodega, un granero, y un pozo en un callejón o adarve subterráneo. Al pozo históricamente se le llamó Ojo de Vaca. Cuando el arqueólogo excavo y lo contempló desde debajo supo el porqué mirando hacia arriba desde el aljibe. El historiador entiende que el conjunto,  debe continuar bajo las edificaciones vecinas con los baños rituales.