La corrida de Baltasar Iban había despertado el interés que arrastra una vacada tan peculiar como única y que ha dejado momentos de gloria en el coso venteño. Hablar de Baltasar Iban es hacerlo de César Rincón. El "César de Madrid" sorteó aquella tarde a «Bastonito» nº25 de Baltasar Ibán, negro de capa, con 501 kilogramos y nacido en agosto de 1989, cortando una oreja y el toro premiado con la vuelta al ruedo. Sin duda, una de las batallas más épicas que se recuerdan entre un toro y torero.
Pareció aparecerse el espíritu de aquel en este, con su nº35 y sus 592 kilos de romana. Negro salpicado. Pero no se asomó el conjunto a aquel, del que se cumplen 30 años. Y eso que lo marcó de salida y se arrancó con alegría al caballo. La tercera vara hubiera sido de justicia, al menos para ver cómo era el comportamiento. Ya en el capote del subalterno marcó que colocaba la cara, hacía el avión y que sus pitones, astifinos como agujas, llevaban prendidos dos cortijos.
De Manuel se echó de rodillas en los medios y se lo dejó llegar, ir y venir de codiciosas embestidas para una primera tanda muy espectacular. Un inicio vertiginoso rematado con un pase del desdén que hacía albergar esperanzas de que podía ser una de las faenas del ciclo. A pesar de que Bastonito continuaba colocando la cara, especialmente por el izquierdo, la faena iba a menos de forma proporcional. Un trasteo que acabó diluyéndose entre los deseos del espada, una atronadora ovación al toro en el arrastre y división de opiniones cuando De Manuel salió a saludar al tercio una ovación excesiva. Antes en su primero tampoco terminó de encontrar las teclas a un animal que no brindó mayor opción.
Calita volvía a Madrid tras su confirmación de alternativa el pasado año. - Foto: Plaza 1Álvaro Alarcón volvía a Madrid un año después y dos paseíllos mediantes. El de su alternativa en este coso y en su Torrijos natal. Reaparecía de una luxación de hombro que le dejó sin comparecer en Toledo ni en la Copa Chenel y con Las Ventas como cartucho único, Orgaz aparte, para resolverse la temporada. Una anodina corrida de Iban no fue material idóneo, y a pesar de que el último capítulo pareció apuntar algo más de fondo, no hubo materia para que la obra tomase vuelo.
Parecido le pasó al mejicano Calita. Volvía a Madrid tras su sorprendente y positiva confirmación el pasado verano y se topó con un lote que, el primero no terminó de pasar y fua a menos, y un segundo ante el que se puso excesivamente afanoso y pecó de pesadez.