La temporada 2024 sigue como acabó la 2023. Fernando Adrián continúa en un estado de gracia rotundo y mostró una gran dimensión en la Feria del Milagro de Illescas. El madrileño atesora temple gusto y valor ingredientes fundamentales para estar ante un torero de ferias grandes.
Los cuatro faroles de rodillas de Fernando Adrián mostraron que no vino a pasar el rato. El quite, el inicio por estatuarios y las primeras tandas dejaron claro que el madrileño no quería dejar de dar un toque de atención al orbe taurino cuando todo el toreo miraba a los dos gallos que le escoltaron en el paseíllo. Supo dejársela y aguantar cuando el toro vino a menos, incluso cuando le lanzó un derrote levantándole del suelo. Garra y encaje. En la corta y en la larga. Al natural y en las ceñidísimas bernadinas. Con la espada un cañón, un tanto desprendido, pero que hizo enloquecer a la plaza. Dos del tirón y honra al brindis a su apoderado.
El comienzo de faena al quinto aunó temple, valor y ritmo. Desde los medios y tras brindar al respetable, F. A. acarició las embestidas del de Daniel Ruiz dejándosela muy puesta y corriendo con suavidad la mano. Los olés se escucharon en Madrid, Valencia y Sevilla, pero no sabemos si también en los despachos. Mientras Adrián a lo suyo, apretando por bajo y corriendo la mano por el derecho. Pasándoselo cerca y llevándolo toreado. Faena importante y extensa de metraje que provocó el conato de indulto a "Revoltoso". No debiera confundirse el premio al torero con las bondades del toro. Se tiró a matar, pinchó y dejó media de rápido efecto, que desdibujó una faena rotunda por dilatar la suerte suprema. La vuelta al ruedo póstuma al burel resultó justa. Oreja.
Manzanares se mostró muy agusto con el toro que abrió la tarde. Animal de recorrido pero sin fuerzas con el que el alicantino tiró líneas y se encajó. Lo cuidó a media altura y pronto sonó la música. Se mostró cómodo con un animal que colocaba bien la cara y que dio juego idóneo para el toreo elegante de Josemari. Mató de entera y descabello y paseó un trofeo. Ante el cuarto no se dio coba y lo pasó con el capote y prácticamente hizo lo mismo con la muleta. No terminó de apretarse ni comprometerse, aprovechando las inercias para vaciar hacia afuera los muletazos hasta que se aburrió el burel, y casi hasta al público. La estocada fue lo mejor y rápido dio con el toro en el suelo. Petición suficiente y otra oreja al esportón.
Manzanares y Fernando Adrián abandonaron el coso en hombros - Foto: M. G.G.El tercero se partió el pitón tras el tercio de varas. Bonito y hechurado Roca Rey se encajó en el recibo y echó el pecho para adelante. Corrió turno Andrés y salió un animal con más cuajo. Con la muleta lo apretó desde el principio y en el segundo muletazo lo quebró. Mejores inicios que finales y embestidas rebrincadas. No fue faena de toreo fundamental, que incluso fue protestado, sino más bien de circulares invertidos y cercanías encimistas. División de opiniones antes de tomar la tizona, que viajó caída y todo quedó en ovación.
El sexto era el reseñado como sobrero y contaba con mayor trapío que sus hermanos. De preciosa hechura, el colorado no permitió a RR acoplarse con él en el saludo. Ni en el amago de quite. Brindó al público y no hizo caso a que cayera boca arriba. Toreo muy efectista y de cercanías ante un animal que se vino a menos muy pronto y al que el peruano exprimió al máximo. Leves protestas por extenderse y luego pinchó, descabelló, escuchó un aviso, mientras que la gente desfilaba a mares por las bocanas de los tendidos.