A los cronistas de la derecha no les gusta la Historia real, sino su construcción fantástica. No quieren escribir un borrador de la Historia, prefieren el texto completo, imaginado, soñado, edulcorado. Tampoco le gusta la Historia a la derecha política y social. Mejor olvidar, ocultar o falsear. El pasado se percibe divisivo y contrario a las mitologías inventadas o leyendas mixtificadas. En la Historia real, la documentada, resulta difícil salir bien parado, pero quién peor queda es la derecha. A pesar de los años transcurridos sienten una alergia aguda a que se conozca un acontecimiento histórico como es el golpe de Estado que desencadenó la guerra civil y la siguiente represión. Ignoro las razones para mantener tanto apego a unos sucesos que defienden como propios. Aquellos acontecimientos se inscriben en un tiempo concreto y en unas condiciones especificas: el auge de los fascismos ¿Es eso lo que quieren para el país en el presente? "Memería histérica" ha denominado a la "memoria histórica" un señor que el PP propuso para presidir la Fundación García Lorca. Afortunadamente el escándalo le obligó a dimitir.
Inglaterra, Alemania, Italia, Francia, incluso Bélgica, con la terrible herencia toxica de Leopoldo I y recientemente Holanda han dado pasos institucionales y sociales para asumir sus historias más oscuras, los acontecimientos más desgarradores. Francia ha terminado incluyendo en su Gran Panteón a algunos personajes que protagonizaron la resistencia contra el nazismo, mientras los franceses no aparecían tan heroicos como se habían dibujado años atrás. Se han rendido homenajes a los republicanos españoles que combatieron en la resistencia o que liberaron Paris. Entre los incorporados al Panteón se encuentra el español Celestino Alonso. La memoria democrática depende de los compromisos y de las voluntades políticas. Les corresponde impulsarla a los ciudadanos, pero sobre todo a las instituciones más cercanas: Ayuntamientos, Comunidades Autónomas. Y no todas están dispuestas a colaborar en la reconstrucción del pasado. En estos momentos existen conflictos serios en distintos lugares, entre ellos el pueblo de Fuensalida, y queda pendiente entender el papel que desempeña la Comunidad de Castilla-la Mancha en el proceso de recuperación de la memoria. La Historia, para que sirva al progreso y a la democracia, debe contener el pasado, todo el pasado, con sus luces y sus sombras.