Los esfuerzos para lograr una tregua en la Franja de Gaza antes del Ramadán, que empieza previsiblemente el lunes, fracasaron, lo que podría provocar un estallido de violencia en Cisjordania y Jerusalén tras el llamado de Hamás a una movilización general.
"Claro que lo estoy", respondió anoche el presidente estadounidense, Joe Biden, a los periodistas cuando le preguntaron si estaba preocupado por la inminente llegada del Ramadán sin haberse concretado un acuerdo de tregua en el enclave, ante el riesgo de que la situación desemboque en más derramamiento de sangre en la región.
La Explanada de las Mezquitas en la Ciudad Vieja de Jerusalén, en la mitad este ocupada de la ciudad, es un tradicional foco de tensión en la zona, especialmente en el mes sagrado musulmán, cuando cientos de miles de fieles acuden a rezar al lugar y a menudo surgen enfrentamientos entre palestinos -para quienes el lugar es también un símbolo nacional y suelen enarbolar banderas, también la de Hamás- y la policía israelí.
Sin embargo, la esperanza de una tregua no está perdida y los equipos negociadores volverán mañana a El Cairo para intentar sellar un acuerdo a pesar de las diferencias: Hamás exige un compromiso para el fin de las hostilidades y la retirada de las tropas; mientras que Israel solo acepta una tregua temporal y demanda una lista con los rehenes vivos.
Medios israelíes publican que los jefes del Mosad y la CIA se reunieron ayer para discutir el acuerdo.
"Llamamos a las masas de nuestra nación a una movilización general para enfrentar la arrogancia de la ocupación en todos los campos de batalla. Que el bendito mes del Ramadán sea una extensión de nuestra lucha y una escalada en la operación 'Inundación de Al Aqsa' (como Hamás bautizó el ataque del 7 octubre), dentro y fuera de Palestina", afirmó anoche Abu Obeida, portavoz de la Brigadas al Qasam, ala militar de Hamás.
Consciente del potencial riesgo que entraña el Ramadán, el gobierno israelí confirmó esta semana que no impondrá restricciones al acceso de fieles al recinto, a pesar de los llamados de los partidos de ultraderecha de la coalición, especialmente del ministro de Seguridad Nacional, Itamar Ben Gvir, a limitar su presencia y vetar permisos a palestinos de Cisjordania.
"En la primera semana de Ramadán, los fieles ingresarán al Monte del Templo (como Israel denomina el lugar) en cantidades similares a años anteriores. Cada semana se realizará una evaluación de seguridad y se decidirá en consecuencia", indicó el martes el primer ministro, Benjamín Netanyahu.
La ultraderecha encabezada por Ben Gvir -exponente del movimiento colono y del sionismo religioso- clamó contra la decisión que permitirá "celebraciones de Hamás en el Monte del Templo" y que "está muy lejos de la victoria total prometida por Netanyahu".
Generalmente Israel otorga miles de permisos especiales a palestinos tanto de Cisjordania ocupada como de la Franja de Gaza, que normalmente no pueden pisar su territorio, para acudir a Al Aqsa en Ramadán. Más de cuatro millones de fieles, la mayoría palestinos de Cisjordania y Jerusalén, acudieron el año pasado al lugar durante todo ese mes, llegando a aglutinar a unas 250.000 personas los viernes, el día principal de rezo.
Simbolismo del lugar
En el recinto está la sagrada mezquita de Al Aqsa, así como la del Domo de la Roca -donde Mahoma subió al cielo-, y ambas representan el tercer lugar más sagrado del islam tras La Meca y Medina; mientras que esa roca es para los judíos el Monte del Templo, donde Abraham estuvo a punto de sacrificar a su hijo Isaac, y donde se levantó el Segundo Templo, el sitio más sagrado para su religión.
El judaísmo establece que solo algunos rabinos pueden acceder a orar allá, por eso los judíos rezan en el cercano Muro de los Lamentos, aunque en los últimas décadas cada vez más rabinos alineados con el sionismo religioso -que mezcla fe y religión- han cambiado de postura y animan a sus fieles a orar dentro del recinto, provocando tensiones con los palestinos.
Desde que Israel ocupara en 1967 la parte este de la ciudad, hasta entonces controlada por Jordania, se alcanzó un acuerdo conocido como el status quo, por el que la explanada quedaba exclusivamente para el culto musulmán, pero los judíos podían visitarla y rezar en el Muro de los Lamentos.
A la espera de una tregua, la comunidad internacional sigue presionando a Israel para que permita el acceso de más ayuda humanitaria al enclave, especialmente en el norte, donde hay 700.000 personas en riesgo de hambruna y ya han muerto 23 gazatíes por malnutrición y deshidratación, la mayoría bebés.
Esta previsto que este fin de semana llegue el buque español Open Arms, con 200 toneladas de ayuda humanitaria de la ONG World Central Kitchen, del chef José Andrés, que inaugurará el corredor marítimo desde Chipre impulsado por la UE y EEUU, ante las restricciones impuestas por Israel al transporte terrestre.
En total, en cinco meses de guerra han muerto en la Franja de Gaza más de 30.900 personas y 72.500 heridos; mientras que el ataque de Hamás el 7 de octubre en Israel dejó más de 1.200 muertos y 253 secuestrados, de los que 130 siguen cautivos dentro del enclave.