La construcción del nuevo cuartel de la Guardia Civil en la zona de Vega Baja está más que comprometida. Los resultados ofrecidos por el georradar son contundentes. Restos de calzadas aparentemente romanas y varias edificaciones de tamaño relevante ponen en jaque el proyecto de construcción de la nueva Comandancia de Toledo en la parcela que se encuentra justo enfrente del yacimiento.
El pasado 1 de agosto se procedió a escanear el subsuelo de la zona de influencia de Vega Baja con un georradar. Los arqueólogos encargados del proceso realizaron un trabajo meticuloso que se prolongó durante días. Se retiraron piedras para no interferir la señal del georradar y se peinó cada parcela milímetro a milímetro.
La cantidad de datos obtenidos fue tremenda. Tanto que se ha tardado meses en poder hacer una valoración concluyente de los resultados. Hace poco más de un mes el informe estuvo terminado y sus conclusiones eran demoledoras: la parcela del cuartel está cuajada de restos.
El georradar muestra calzadas romanas y edificaciones - Foto: Yolanda LanchaEl potencial arqueológico que muestra el georradar es tal que en las últimas semanas ha obligado a los políticos a matizar sus afirmaciones sobre la construcción del cuartel en esa parcela. El delegado del Gobierno en Castilla-La Mancha, Francisco Tierraseca, fue el primero en modular el mensaje, pasando de decir en diciembre de 2019 que el cuartel en Vega Baja era «irreversible» a manifestar hace días en una entrevista en La Tribuna que el edificio irá en esa zona «o dónde asigne el Ayuntamiento».
La alcaldesa de Toledo, Milagros Tolón, también ha pasado de estar convencida de que se podría construir allí la comandancia a tener una reunión con el Gobierno central para ver qué medidas tomar a raíz de los resultados del georradar.
Lo único que está claro es que Toledo tendrá un nuevo cuartel de la Guardia Civil sí o sí, puesto que cuenta con una partida de 17 millones de euros reservada, pero la incógnita es saber si será en la zona de Vega Baja o los restos obligarán a buscar otra ubicación.
Con los datos que hay encima de la mesa la única opción para por lo segundo, ya que el potencial arqueológico que se observa en la parcela cancela cualquier obra.
Con todo, los datos del georradar o radar de penetración no son infalibles ni precisos al 100%. Los arqueólogos lo saben y por eso sus conclusiones deben ser corroboradas con una cata. El fuerte calor de comienzos de agosto o la existencia de agua en el subsuelo de la zona pueden dar falsas lecturas en el georradar. Por ello lo mejor es realizar tres catas en la parcela y realizar una triangulación que determine sin ápice de duda la calidad de los retos.
No es la primera vez que se determina el elevado potencial arqueológico de esa zona. En 2009 se contrató los servicios de la empresa francesa Geocarta y se realizó un primer escaneo del subsuelo con un radar de penetración en los llamados terrenos de Vega Baja II. Fue un trabajo previo al asfaltado del actual aparcamiento disuasorio de Mas del Ribero, que finalmente se realizó sin pega alguna al determinar el georradar que esa zona estaba limpia de restos.
Este análisis se realizó mediante ‘Medidas de Resistividad’ (Sistema ARP), y con él se captaron en la ahora parcela anexa al aparcamiento imágenes de posibles cimentaciones de grandes edificios.