La zona de las atracciones apenas ha sufrido variaciones en la historia reciente de las ferias porque, si algo funciona, para qué cambiarlo. Sí varía el número de aparatos que se instala cada edición ferial en La Alameda, que suele ser mayor en San Isidro, y la ubicación en el mismo atendiendo al modelo y, especialmente, al 'cliente' al que van dirigidos.
Las atracciones de la feria de septiembre se pusieron en marcha en la noche de ayer, poco antes del alumbrado y del pregón del torero Tomás Rufo. Apenas unas horas antes, a mediodía, algunas seguían ultimando los detalles de su montaje. Dieron así su particular pistoletazo de salida a unas fiestas muy queridas en Talavera y comarca que, habitualmente, sirven como gran despedida de los meses estivales.
En San Mateo 2024, como ya ocurriera el pasado año, no se ha llenado por completo la zona habilitada, destacando el vacío de algunos espacios especialmente llamativos por su ubicación. También es significativa en septiembre la ausencia de la noria que sí se instaló en San Isidro, y que generó una enorme expectación en grandes y pequeños, especialmente para ver el ferial y la ciudad desde otra perspectiva.
Además de lamentar las ausencias, cabe destacar la presencia de históricos como los múltiples 'cochecitos' para los más pequeños, en forma de Scalextric, el Dragón Elliot, el Gusano Loco, los Coches de Choque o el Barco Pirata. Camas elásticas, el Canguro y la Cazuela Loca, que hace décadas era el principal reclamo para los jóvenes más valientes.
Entre las atracciones más visitadas en los últimos años, y dependiendo siempre de los grupos de edad, el Ratón Vacilón (Wild Mouse) es siempre de los más queridos. Una montaña rusa de tamaño medio que se convierte en debilidad para niños de entre 8 y 12 años y con ellos, lógicamente, también de sus padres.
Para algo más mayores, comienzan a destacar las atracciones más llamativas no solo por su tamaño o altura sino porque cuentan con un grado más de complicación o riesgo. Top Spin, Flip Fly, Alcatraz o Big Flight Extreme son algunos de ellos.
El precio, lógicamente, oscila en función del tamaño de los aparatos y al público al que van destinados pero algunas de ellas llegan a los 5 euros por viaje.
Lo que tampoco cambia son los locales que delimitan o 'arropan' a la zona de atracciones, los tradicionales puestos de tómbolas, alimentación con bocaterías, papatas y garrapiñadas, además de gofres, helados y algodón de azúcar.