El 10 de agosto se destrozaba la rodilla Thibaut Courtois. Dos días después, el brasileño Eder Militao. En diciembre, el austriaco David Alaba. En enero, Ancelotti sentenciaba: «no ficharemos a un central». Y con toda esa carga en la mochila, el Real Madrid bate récords de eficacia atrás, ha ganado la Liga con marcas defensivas de otros tiempos y se encamina hacia otro 'doblete' Liga-Champions por el que pocos apostaban después de tanta desgracia. Al menos, pocos aventuraban a que lo iba a lograr… desde la defensa.
Rara vez puedes ser el que mejor ataca y el que mejor defiende al mismo tiempo en una competición tan larga y exigente como una Liga. Las estadísticas están ahí: es cierto que el Madrid es el equipo máximo goleador (74) y el que menos tantos recibe (22) de Primera, pero -salvo sorpresa- no terminará el curso ni con el 'Zamora' ni con el 'Pichichi' de la competición. Es algo habitual: le sucedió al campeón 32 veces en la historia.
Sin embargo, en ese equilibrio de puertas que atacar y puertas que defender, la historia del torneo demuestra que es más importante tener al 'Zamora' (39 veces lo tuvo el conjunto ganador) que al 'Pichichi' (29). Si además hay un entrenador transalpino detrás (Ancelotti), y se añade la circunstancia de una triple grave lesión en defensa (Courtois, Militao y Alaba), explicar al Real Madrid se hace más sencillo: encajar poco y que hable la pólvora arriba.
El ya campeón de Liga ha marcado la distancia con sus grandes rivales desde un encomiable ejercicio de protección de su puerta. «Defensas pesimistas», define el técnico: jugadores que juegan muy concentrados todo el tiempo porque siempre se ponen en lo peor. La máxima 'azzurra' es evidente: si mantengo la puerta a cero, lo peor que puede pasarme es empatar. Los blancos cabalgan hacia el mejor coeficiente defensivo de su historia. Solo han encajado 22 goles en 34 jornadas de Liga, lo que arroja un gran promedio de 0,65 por partido que sólo mejora un Real Madrid en su historia, el de la 64/65, que encajó 18 dianas en 30 partidos. Nunca antes había tenido un rendimiento así en competiciones domésticas de 20 equipos.
Sin rival
El Real Madrid ha ganado la Liga porque, entre otras muchas razones y méritos propios, el principal demérito ajeno está en que al Barça se le olvidó defender. El mismo rival (incluso mejorado) que ganó la Liga 22/23 con el mejor rendimiento defensivo de su historia (sólo 20 encajados en 38 jornadas y 24 porterías a cero) ha sido muy poco contundente en ambas áreas… sobre todo en la propia.
El cierre momentáneo del Camp Nou ha destrozado a la escuadra culé: el año pasado solo encajó cuatro goles como local (uno del Espanyol, uno del Real Madrid y dos de la Real Sociedad) y esta temporada, en Montjuïc, le han hecho 23. Únicamente este balance justifica esa diferencia (14) de puntos con un Real Madrid que apenas ha encajado nueve tantos en el Bernabéu.
Pero la cosa no le ha ido mucho mejor como visitante: el Barça, lejos de casa, presenta un balance de 32 marcados y 22 concedidos. Ter Stegen, que en Girona cumplía 409 partidos de azulgrana (segundo extranjero con más partidos, superando los 408 encuentros de Dani Alves y teniendo solo por encima a Messi: 778), se cayó de la lucha por el 'Zamora' con las cuatro dianas encajadas… en apenas cinco tiros a puerta de los locales.
Y es que la facilidad con la que los oponentes han dañado al conjunto de Xavi ha sido descorazonadora para el culé medio: es el tercer equipo que menos disparos concede del campeonato (361, solo por debajo de los 331 del Real Madrid y los 346 de la Real Sociedad) y el décimo, empatado con Las Palmas y Rayo, que menos encaja (43).