El término «arte mudéjar» lo acuñó Amador de los Ríos, en 1859, cuando pronunció su discurso de ingreso en la Academia de Bellas Artes de San Fernando sobre 'El estilo mudéjar', en arquitectura. Se trata, según se ha explicado tradicionalmente, del arte que desarrollaban los musulmanes que permanecieron viviendo en territorio conquistado por los cristianos. En aquel discurso, Amador de los Ríos dio una serie de pistas para identificar el mudéjar. Desde entonces, sus tesis fueron asumidas por la academia española, aunque siempre ha habido quienes han dudado de ellas. Sin ir más lejos, el que fuera académico toledano y arquitecto municipal, Guillermo Santa Cruz, fue una de las personas que llegó a poner en duda este concepto.
Hoy el mundo universitario parece inclinarse más por las tesis de Santacruz que por las de Amador de los Ríos y confirma que «el mudéjar no existe». Esta conclusión será una de las cuestiones que se van a tratar mañana en la tertulia 'La invención del Arte Mudéjar', que desde las siete de la tarde se va a desarrollar en el icono mudéjar de la iglesia de San Román, con la participación de María Judith Feliciano (Museo del Prado y beca Gondra Barandiarán), Ángel Fuentes (profesor de Historia del Artes en la Universidad Computense) y el investigador toledano Felipe Vidales (Tulaytula.com). El encuentro divulgativo trata de acercar los últimos descubrimientos de la academia y los toledanos. Está organizado por la Junta de Comunidades, Museo de los Concilios y Tulaytula.
Apunta Fuentes que actualmente en los círculos académicos el mudéjar es un término que ya no se usa. Se trata de una cuestión que se inventó en el siglo XIX en unas coordenadas muy concretas que le hicieron prevalecer. Amador de los Ríos dio una serie de pistas «muy vagas y algunas contradictorias» para identificarlo.
Ya desde el principio el concepto comenzó a generar dudas entre los expertos. Pero surgió en el momento en el que España estaba perdiendo sus colonias y prominencia en el mundo artístico. En un momento en el que surgió el nacionalismo, todos ellos quisieron legitimar sus pretensiones con un arte anterior. España era un clisol de estilos, pero ninguno parecía propio, más allá de un arte de Al-Andalus que no se asumía como propio, sino de un invasor. La historia se repitió con el franquismo, cuando se quiso reivindicar el pasado glorioso del arte nacional y el mudéjar.
Así llegó hasta los años ochenta, explica Fuente, sin que nadie lo cuestionara demasiado, hasta que poco a poco sí se fue haciendo en las universidades, cuando los investigadores se dieron cuenta de que «este es un estilo que no tiene mucho sentido, engloba una variedad tremenda de cosas que no tienen que ver y que no sigue los preceptos que su inventor dijo, y que realmente desenfoca nuestra mirada sobre el pasado medieval de España, concretamente, sobre el de Toledo».
Andalusíes en Castilla. El mudéjar, por lo tanto «no existe». A partir de Amador de los Ríos se intentó catalogar con una palabra a muchas cosas que no tenían que ver entre sí. Pero estamos hablando, explica el profesor universitario, de arquitectura andalusí en Castilla, porque eran los propios artesanos andalusíes los que viajaban a Castilla a construir edificios tan importantes como los palacios de Pedro I en Sevilla, o arquitecturas 'aljamiadas', que tienen que ver «cuando se escribe con una lengua un idioma que no es el propio».
Un ejemplo de todo esto puede ser la propia iglesia de San Román. La construyó Jiménez de Rada al mismo tiempo que la Catedral, pero en un lenguaje muy diferente. Como Vidales explica en sus charlas, en Toledo no había tres culturas, sino tres religiones y una única cultura, la árabe, que pervivió siglos tras la expulsión de los musulmanes. Jiménez de Rada trató de atraer a la nueva liturgia romana con este estilo a los mozárabes, que aunque eran cristianos, eran cristianos con cultura árabe. De ahí esta iglesia tenga inscripciones en árabe o arcos de herradura, para que lo entendieran aquellos cristianos que todavía hablaban árabe.